El siguiente artículo es de los números 3 y 4 de Socialist Voice (primavera y verano de 1977) (en dos partes).


¿Trotsky era Pablista?

Los Pablistas tienen un problema. ¿Como pudieron los stalinstas – caracterizados por Trotsky no solo como pequeñoburgueses sino como una fuerza contrarrevolucionaria – hacer la revolución socialista y crear la dictadura del proletariado? La mentalidad que cree que esto es posible, y no solo en uno sino en varios países después de la segunda guerra mundial, podría aceptar también la idea de que Zeus se convirtió en un cisne para violar a una mujer. Los Pablistas, en orden a justificar su mistificación de la realidad, guardan y adoran las palabras de Trotsky mucho mas de lo que las comprenden.

La ortodoxia que pretenden sostener los Pablistas descansa a menudo en una torturada interpretación de un pasaje del Programa de Transición de Trotsky. Discutiendo la consigna de un “Gobierno Obrero y Campesino”, Trotsky usó el ejemplo de la revolución rusa. Los mencheviques y social revolucionarios, representantes pequeñoburgueses de los obreros y campesinos, eran parte del Gobierno Provisional burgués. Como señala Trotsky, los bolcheviques exigían que “rompieran su ligazón con la burguesía liberal y tomaran el poder en sus propias manos”. Si los mencheviques y los SR hubieran hecho eso, hubieran creado “un gobierno obrero y campesino, vale decir un gobierno independiente de la burguesía” – pero no se atreverían a tal cosa por que semejante curso hubiera debilitado aun mas al capitalismo y hubiera hecho “acelerar y facilitar la instauración de la dictadura del proletariado”.

No obstante, los Pablistas insisten en que el stalinismo pequeñoburgues puede completar la tarea proletaria de una forma en que el menchevismo pequeñoburgues no pudo. Este es el párrafo que citan:

‘¿Es posible la creación del gobierno obrero y campesino por las organizaciones obreras tradicionales? La experiencia del pasado demuestra, como ya lo hemos dicho, que esto es por lo menos, poco probable. No obstante no es posible negar categóricamente a priori la posibilidad teórica de que bajo la influencia de una combinación muy excepcional (guerra, derrota, crack financiero, ofensiva revolucionaria de las masas, etc...) Los partidos pequeño burgueses sin excepción a los stalinistas, pueden llegar más lejos de lo que ellos quisieran en el camino de una ruptura con la burguesía. En cualquier caso una cosa está fuera de dudas: aún en el caso de que esa variante poco probable llegara a realizarse en alguna parte y un “gobierno obrero y campesino” – en el sentido indicado más arriba – llegara a constituirse, no representaría más que un corto episodio en el camino de la verdadera dictadura del proletariado.’

Trotsky dice que los stalinistas, a diferencia de los mencheviques en 1917, pueden ser forzados a asumir un gobierno “independiente de la burguesía” – esto es, sin la burguesía en el gobierno – y además sugiere que semejante paso facilitaría la revolución socialista bajo la dirección de la Cuarta Internacional. Pero deja completamente claro que el stalinismo en el gobierno no es la Dictadura del Proletariado, ser “un corto episodio en el camino” a ella no es lo mismo que serlo por si.

Además, el “gobierno obrero y campesino” es utilizada como una consigna para ganar a los obreros menos avanzados que al comienzo de la lucha creen que los métodos reformistas (cambios en el gobierno) pueden dar respuesta a sus necesidades. Los obreros bolcheviques saben que la única respuesta es la revolución (siendo necesario quebrar el estado de la burguesía y todo su gobierno a través de la creación de un estado obrero). Los bolcheviques se identifican con las aspiraciones que las masas ponen en sus visión del “gobierno obrero”, no con el contenido burgués que los lideres reformistas tienen en mente. Utilizando la consigna, en el curso de la lucha los bolcheviques pueden demostrar la incapacidad de los lideres de la pequeño burguesía para realizar las necesidades de las masas, ya sea que se atrevan o no a tomar el gobierno.

La confusión entre la necesidad de un estado alternativo y solo otro gobierno capitalista es una vía por la que los reformistas, durante tiempos revolucionarios, intentan engañar a la clase obrera. Los bolcheviques participan en la lucha en orden a clarificar en la practica su contenido de clase. Es la obligación de los revolucionarios explicar exactamente su significado de manera que las masas no sean dejadas con la idea de que el cambio de un gobierno por otro es equivalente a la revolución socialista. Es precisamente esa distinción la que Trotsky elabora a lo largo de esta sección del Programa de Transición. Y es precisamente esta distinción la que los Pablistas obscurecen a fin de contar como “estados obreros” a los gobiernos stalinistas.

Otra defensa de sus credenciales trotskistas citada por los Pablistas concierne a los eventos de 1939, cuando la armada rusa se apodero de un porción de Polonia en conjunción con los Alemanes e incorporó ese territorio a la Unión Soviética. Puesto que Trotsky (erróneamente) seguía considerando a Rusia como un estado obrero, el vio la incorporación como parte de la revolución socialista. A pesar de su error, Trotsky específicamente – e indignadamente – rechazó la visión que se le atribuía de que la burocracia stalinista fuera un agente revolucionario.

Mi afirmación de que el Kremlin, por métodos burocráticos, estaba impulsando la revolución en Polonia, ha sido transformada por Shachtman en la afirmación de que, en mi opinión, es presumiblemente posible la “revolución burocrática” del proletariado. Ha limitado rígidamente mi expresión. No es sólo incorrecto, sino desleal. No se trata de la “revolución burocrática”, sino sólo de un impulso por medios burocráticos. Negar ese impulso es negar la realidad. Las masas populares de Ucrania occidental y Bielorrusia, en cualquier caso, sintieron ese impulso, lo comprendieron y lo utilizaron para dar un cambio fundamental a las relaciones de propiedad. Un partido revolucionario que no sepa notar ese impulso en su momento ni utilizarlo, no valdrá para nada. (“De un arañazo, al peligro de gangrena”, de En defensa del marxismo)

Trotsky acreditó a las masas la “revolución socialista” antes de la guerra, no a los Stalinistas. Ningún Pablista pretende que las masas hicieron la revolución en Europa Occidental después de la guerra. De hecho, los “fuertes cambios” en las relaciones de propiedad fueron hechos por los stalinistas solo después de haber suprimido los consejos obreros y la lucha de masas que estallo luego de la derrota Nazi. La victoria Rusa dio un “impulso” a las masas, pero la toma del poder Stalinista estuvo basada en el estrangulamiento de las masas y no en su impulso. Así, la indignación de Trotsky se mantiene doblemente para el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial: atribuirle la visión de que el stalinismo hizo la revolución socialista es “no solo incorrecto sino también desleal”.

No por accidente tanto Shachtman en 1939 como los Pablistas luego atribuyeron esta monstruosa idea a Trotsky. Shachtman fue desleal pintando a Trotsky con los colores que luego caracterizarían al Pablismo, y a ello le sigue también que el Pablismo es una interpretación desleal de la visión de Trotsky sobre la expansión Stalinista.


¿Trotsky era Pablista? Parte 2

Tenemos una pregunta para los Pablistas, aquellos epígonos de Trotsky que aceptan la noción de los “estados obreros deformados” y la “revolución proletaria inconsciente”. Todas las tendencias del Pablismo consideran que China es hoy un Estado Obrero, algunos debido a la conquista del poder por parte del Partido Comunista Chino (PCCh) en 1949, otros por que el PCCh en el poder fue “forzado a someterse a las leyes de la revolución permanente” (en palabras de Peng Shu-Tse) y expropiar a la burguesía en 1950. Nuestra pregunta es: ¿Cuál era el carácter de clase de las áreas de China que estaban bajo el control del PCCh en los treintas? La “República Soviética de China” en Kiangsi, de acuerdo a Mao, gobernaba sobre nueve millones de personas. Durante la guerra contra Japón, las áreas “soviéticas” se expandieron y condujeron directamente a la “República Popular” de 1949. ¿Eran estos ejemplos de poder estatal proletario, o al menos destinados históricamente a serlo? Y si lo eran, ¿Por qué Trotsky – quien estaba vivo en los treintas – no tomo nota de este fenómeno?

La respuesta es que Trotsky tomó nota de las áreas bajo control del PCCh, y rechazo la idea de que puedan ser consideradas “proletarias” o “soviéticas”, precisamente por que la clase obrera china no era la fuerza dirigente en su creación. Para los treintas, el PCCh abandono la idea de una vanguardia proletaria y puso sus esperanzas en el movimiento campesino de las áreas rurales lideradas por el “Ejercito Rojo” de Mao Tse Tung. Esto es lo que Trotsky escribió en 1930:

La prensa stalinista está repleta de comunicados sobre un “gobierno soviético” instaurado en vastas provincias chinas bajo la protección de un ejército rojo. Los obreros de muchos países reciben esta noticia con alborozo. ¡Desde luego! La instauración de un gobierno soviético en una extensión importante del territorio chino y la creación de un ejército rojo chino sería un éxito colosal para la revolución internacional. Pero debemos decirlo abierta y claramente: esto todavía no se ha realizado.

A pesar de la poca información que llega del extenso territorio chino, nuestra comprensión marxista del proceso en curso nos permite rechazar con certeza la caracterización stalinista de los acontecimientos por falsa y sumamente peligrosa para el desarrollo posterior de la revolución....

Cuando los stalinistas afirman que los campesinos han instaurado un gobierno soviético en una extensión importante del territorio chino, no sólo revelan su credulidad y superficialidad, al mismo tiempo confunden y tergiversan el problema fundamental de la revolución china. El campesinado, por revolucionario que sea, no puede crear un gobierno independiente; sólo puede apoyar al gobierno de otra clase, de la clase dominante urbana. En todos los momentos críticos el campesinado sigue a la burguesía o al proletariado.... Esto significa que el campesinado es incapaz de organizar por sus propios medios un sistema soviético. Lo mismo es cierto también en relación al ejército. La historia de China, de Rusia y de otros países, registra más de una ocasión en que el campesinado organizó ejércitos guerrilleros que combatieron con valentía y tesón sin par. Pero jamás fueron más que ejércitos guerrilleros, vinculados a una sola provincia,

incapaces de realizar operaciones estratégicas centralizadas en gran escala. Sólo el predominio del proletariado en los centros industriales y políticos decisivos sienta las bases necesarias para la creación de un ejército rojo y la extensión del sistema soviético al campo. Para quienes son incapaces de asimilar este concepto la revolución es un libro cerrado con siete sellos. (Manifiesto sobre China de la Oposición de Izquierda Internacional)

Que los dos principales troncos del Pablismo tendían a ver las áreas “soviéticas” campesinas como futuros estados obreros está indicado en el debate entre Pierre Rousset, de la tendencia mayoritaria del Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional, y George Johnson y Fred Feldman del SWP acerca de la naturaleza de clase del Partido Comunista de Vietnam (en International Socialist Review, Abril 1974, p. 51). Feldman y Johnson escribieron “Rousset nos dice que el embrión de un estado obrero fue creado en una zona campesina liberada – en donde no había obreros. Lo que fue realmente creado embrionariamente en Vietnam, así como en China, fue el esqueleto de una jerarquía burocrática que establecería, una vez que tenga el poder, una casta burocrática privilegiada de acuerdo al modelo soviético stalinista”. Semejante casta burocrática sosteniendo el poder del estado estaría gobernando un estado obrero deformado y no uno “sano”. Aunque los polemistas difieren sobre el grado de la deformación, están de acuerdo en la existencia de estados obreros embrionarios – tanto en Vietnam como en China. Su problema aun reside en reconciliar sus visiones con el Marxismo.

Algunos Pablistas argumentan que el Partido Comunista Chino era por si mismo la fuerza proletaria centralizada que permitió a los ejércitos de base campesina triunfar sobre Chiang Kai Shek y la burguesía china en los cuarentas. Esta noción contradice el análisis de los trotskistas de que el stalinismo representa una fuerza pequeño burguesa en el proletariado. En la Unión Soviética, que a principios de los treinta todavía era un estado obrero, la dirección Stalinista del Partido Comunista era una fuerza que guiaba a la URSS hacia la restauración capitalista y que de ninguna manera puede ser considerada la clave del carácter proletario del estado. Aun menos podia ser este el caso en China donde el PCCh estaba perdiendo rápidamente sus cuadros proletarios. El PCCh de principios del treinta, por virtud de su composición e historia, tenia una afinidad mucho mayor con el proletariado de la que tendría luego. Trotsky jamás pensó que las “regiones soviéticas” fueran proletarias debido al rol del PCCh y tenia aun menos expectativa de que esto fuera así en el futuro. En 1932 escribió en una carta a sus camaradas de la Oposición de Izquierda China:

Para expresar mis ideas más claramente, permítanme esbozar la siguiente variante, teóricamente bastante posible.

Supongamos que en un futuro próximo la Oposición de Izquierda china realiza un trabajo amplio y fructífero en el proletariado industrial y logra una influencia preponderante sobre éste. Mientras tanto, el partido oficial continúa concentrando todas sus fuerzas en los “ejércitos rojos” y en las regiones campesinas. Llega un momento en que las tropas campesinas ocupan los centros industriales y se enfrentan cara a cara con los obreros. En esa situación, ¿cómo actuarían los stalinistas chinos?

No es difícil prever que opondrán hostilmente el ejército campesino a los “trotskistas contrarrevolucionarios”. En otras palabras, incitarán a los campesinos armados contra los obreros avanzados. Es lo que hicieron los eseristas y los mencheviques rusos en 1917; cuando perdieron a los obreros se dedicaron fundamentalmente a conseguir apoyo entre los soldados, azuzando al cuartel contra la fábrica, al campesino armado contra el proletario bolchevique....

De este modo, la lucha entre las dos fracciones comunistas, los stalinistas y los bolcheviques leninistas, lleva implícita la tendencia a transformarse en una lucha de clases. El desarrollo revolucionario de los acontecimientos en China puede llevar esta tendencia hasta sus últimas conclusiones, a la guerra civil entre el ejército campesino dirigido por los stalinistas y la vanguardia proletaria dirigida por los leninistas.

Si estallara este conflicto trágico, cuyos únicos responsables serian los stalinistas chinos, significaría que la Oposición de Izquierda y los stalinistas dejaron de ser fracciones comunistas para convertirse en partidos políticos hostiles, cada uno con una base de clase diferente. (La guerra campesina en China y el proletariado)

Trotsky no consideraba que esta variante fuera inevitable, pero era no obstante un pronostico extremadamente previsor. La Oposición de Izquierda china fue incapaz de ganar la hegemonía sobre el proletariado como Trotsky esperaba, pero los ejércitos stalinistas enfrentaron al proletariado de manera hostil cuando tomaron el poder en 1949. Los Pablistas en la dirección de la Cuarta Internacional, que estaba degenerando rápidamente, concluyeron luego que el gobierno de Mao no representaba un estado obrero sino solo un “gobierno obrero y campesino” en transición hacia un estado obrero. (El uso fraudulento de “gobierno obrero y campesino” ya fue discutido arriba en la parte 1).

Semejante análisis aceptaba en esencia la teoría stalinista de la “dictadura democrática del proletariado y campesinado”, un gobierno burgués bajo la dirección del partido comunista capaz de evolucionar hacia un estado obrero hecho y derecho. En los primeros años pos-revolucionarios, cuando el PCCh por si mismo insistía en que el estado que dirigía no era proletario, la mayoría de las tendencias pablistas argumentaban que un estado obrero ya había sido creado. Trotsky y sus camaradas ya dejaron suficientemente clara la imposibilidad de semejante posición para los Marxistas:

Los stalinistas afirman que la dictadura democrática, próxima etapa de la revolución, se convertirá en dictadura proletaria en una etapa posterior. Esta doctrina corriente en la Comintern, no sólo para China sino también para todos los países de Oriente es una desviación total de las enseñanzas de Marx sobre el estado y de las conclusiones de Lenín respecto de la función del estado en una revolución. La diferencia entre la dictadura democrática y la proletaria es que aquélla es una dictadura democrático-burguesa. La transición de dictadura burguesa a dictadura proletaria no puede ser un proceso de “transformación” pacífica de la una en la otra. La dictadura del proletariado sólo puede remplazar a la dictadura de la burguesía, sea democrática o fascista, mediante una insurrección armada. (Manifiesto sobre China de la Oposición de Izquierda Internacional)

Anteriormente hemos argumentado, como lo hace Trotsky en este pasaje, que la noción de una transformación pacifica de un estado burgués a uno obrero sin una revolución proletaria es una parodia del marxismo. Los Pablistas que defienden semejante tesis deben, especialmente en el caso de China, tomar el hecho de que Trotsky sostuvo una posición precisamente opuesta a la de ellos. Si China luego de 1949 pudo evolucionar hacia una dictadura del proletariado bajo la dirección del PCCh ¿Por qué la misma posibilidad no estaba abierta para las áreas “soviéticas” de los treintas? Esa es nuestra pregunta, y creemos que Trotsky la contestó excelentemente.

Somos los últimos en basarnos en títulos de “ortodoxia” para defender nuestras posiciones. Semejante postura es extraña a los Marxistas pero no a los Pablistas, cuyos títulos de Marxismo se apoyan directamente en su afirmación de que sus posiciones son las mismas de Trotsky. Nosotros, aun cuando estamos en desacuerdo con las concepciones de Trotsky, pensamos que deben ser siempre tenidas en cuenta, pues el fundador de la Cuarta Internacional estaba raramente lejos de lo correcto. Sin embargo, la “ortodoxia” Pablista alcanza el punto de responsabilizar a Trotsky por sus defectos.

En 1948, por ejemplo, los Pablistas fueron vergonzosamente a la cola de Tito cuando el rompió con la orbita stalinista. Yugoslavia, que hasta el momento era analizada como capitalista, de pronto y sin justificación se convirtió en un estado obrero retroactivo – mas aun, ¡uno en donde su Partido Comunista dirigente no era Stalinista! Los Pablistas simplemente obviaron la revolución “socialista”, tal como luego tuvieron que reconocer retroactivamente en toda Europa del Este obviando revoluciones “socialistas”.

Pensar que Trotsky estaría de acuerdo en que los actuales estados Stalinistas son proletarios es asumir que Trotsky durante su vida también paso por alto semejante revolución socialista en China. El Marxismo, afortunadamente, lo previno de cometer semejantes “descuidos”. El sabia que las revoluciones no “aparecen” sin la dirección del proletariado consciente organizado a través de su partido revolucionario. Y eso es precisamente lo que los Pablistas no saben.