1. Capitalismo pseudo-socialista

En este capítulo analizaremos el sistema stalinista, como se desarrollo en la URSS y luego se expandió a otros países. Incluso cuando el modelo soviético nunca se ajustó a los designios de los teóricos stalinistas, una interpretación general de este modelo es necesaria para distinguirla de otras formas de capitalismo y explicar las desviaciones que inevitablemente atravesó.

Hace tres décadas, Khrushchev fanfarroneaba sobre su confianza en el futuro del socialismo. “Los destruiremos”, le decía a los EEUU, prediciendo que la economía soviética pronto sobrepasaría a la norteamericana. “Vuestros nietos vivirán en el comunismo”. A pesar de que Khrushchev fue desplazado por sus colegas de la burocracia, el optimismo oficial continuó durante el régimen de Brezhnev. Hoy en día Gorvachov no dice una historia diferente. Desde su llegada al poder, en 1985, el nuevo secretario general (ahora presidente) ha proclamado repetidamente que la economía soviética esta en crisis y que debe ser completamente reestructurada.

La crisis soviética ha sido anticipada por eventos en China y en el este de Europa. Mientras Rusia fue capaz de volverse una superpotencia usurpando las conquistas de los trabajadores soviéticos, los nuevos regimenes stalinistas no tenían la posibilidad de superar el atraso heredado. Ellos escaparon sólo temporariamente de las garras del imperialismo. Después de un breve crecimiento de sus economías, ahora estas se encuentran en una forma lamentable, comparable a la de los países capitalistas tradicionales de igual nivel de desarrollo. Y además dependiendo de occidente en cuanto a capitales y tecnologías. Sus crisis fueron aparentes desde las primeras revueltas de los trabajadores en los años 50, y la actual tendencia evolutiva hacia el capitalismo ortodoxo con métodos burgueses tradicionales de explotación era teoreticamente predecible.

Hasta recientemente un análisis marxista de la URSS tendría que haber visto que el “socialismo” estilo soviético no había conseguido los que la mitología stalinista proclamaba (y millones de trabajadores aún creen y ansían). Hoy las autoridades stalinistas admiten el hecho. Pero aún permanece la tarea teórica de clarificación. En palabras del antiguo líder soviético Yuri Andropov:

Hablando francamente, aún no hemos estudiado con detenimiento la sociedad donde vivimos y trabajamos, y aún no hemos descubierto las leyes que gobiernan su desarrollo, especialmente las leyes económicas. Por ello a veces estamos forzados a actuar y hablar empíricamente, en una forma irracional, mediante el método de prueba y error.

Obviamente, el hecho de que la burocracia actúe ciegamente, empíricamente, e irracionalmente es ensimismo una función de las leyes de desarrollo que operan. La burocracia es incapaz de descifrar las leyes de su propio sistema, de la misma forma que ocurre con la burguesía en occidente. Esta es una tarea de los marxistas.

El bien social de la producción

De acuerdo con Marx, el capitalismo es continuamente impulsado por su dinámica interna a “preservar el valor del capital existente y promover su expansión”. Esta compulsión tiene diferentes consecuencias en etapas distintas del capitalismo.

En el capitalismo premonopólico, la maximización del valor no puede ser alcanzada por todos los capitalistas en simultáneo: algunos se expanden y otros son destruidos. Maximizar los capitales individuales va en contra de la maximización del capital total debido a su periódica destrucción, pero el sistema como un todo se beneficia por la eliminación de sus elementos más débiles. Para un capital individual, maximizar su valor no esta en conflicto con maximizar su taza de ganancia.

En la época imperialista, el objetivo monopolista de maximizar el valor total puede evitar la maximización de la productividad de partes de una empresa o incluso de todo un sector productivo. Por ejemplo, introduciendo técnicas modernas en una empresa puede producir una competencia mortífera para otras con la consecuente disminución del capital global. En tales casos la modernización será evitada. Los imperialistas permitirán incluso a su economía concurrir a la búsqueda de capitales extranjeros. Inglaterra hoy en día es un ejemplo de esta política, y los EEUU se mueven en la misma dirección. Por lo tanto la acumulación de capital en esta época no sigue las mismas reglas que en la época progresista del capitalismo: la propiedad centralizada frecuentemente contradice el objetivo de maximizar las ganancias.

El modelo stalinista sigue este patrón pero con sus propias peculiaridades. Bajo el stalinismo el objetivo primordial de la producción es preservar y maximizar el valor del capital nacional como un todo; lo que significa, el capital propiedad del estado dentro de las fronteras nacionales. Esta es una modificación y extensión del objetivo capitalista: mantener y expandir el valor del capital existente.

El objetivo stalinista es reflejado en la dedicación del sistema a la autarquía: “socialismo en un solo país”. Es la elección natural para los gobernantes nacionalistas en los países colonizados o económicamente atrasados, dado que les ayuda a mantener la extracción de plusvalía en su propio país; perpetúa la nación donde el capitalismo tradicional ya no lo puede hacer. En el caso de la URSS, el objetivo nacionalista significa que la sociedad motivada durante medio siglo por la consigna stalinista ha estado operando bajo el programa “capitalismo en un solo país”.

Como vimos en el capítulo 2, la centralización y monopolización del capital no eliminan la competencia, al contrario de lo que las teorías de Bukharin y Kautsky sostenían. Incluso la estatización tampoco lo hace. Luego no es una sorpresa que durante el stalinismo el principal objetivo de acumular capital en el ámbito nacional haya tenido que operar en conjunción con los objetivos más estrechos de los burócratas locales y sectoriales: maximizando el valor de una firma o del sector que eran responsables. Tanto en el ámbito nacional como local los medios de producción eran propiedad del estado, luego sus objetivos se expresaban como maximización del valor de la propiedad estatal controlada en cada nivel. Una característica significativa de la economía stalinista es la subdivisión en distintos ministerios que actuaban en muchas formas como las corporaciones occidentales: ellos competían entre ellos por participaciones dentro de los recursos totales del sistema, pero no podían completamente suprimir las tendencias competitivas internas.

No es un accidente que los stalinistas se llamaran a sí mismos socialistas. Era una apariencia necesaria, no un complot. El “socialismo” stalinista imitaba al estado obrero que ellos destruyeron pero cuyos vestigios no pudieron definitivamente eliminar. Visto desde un ángulo diferente, ello reflejaba las formas socializantes que el capitalismo decadente adopta para detener el avance del proletariado. Mientras el capital en su época progresista escondía su esencia explotadora bajo la coartada de la igualdad, en esta época su escondite es el “socialismo”. Por ello el sistema stalinista puede ser mas precisamente llamado capitalismo pseudo-socialista. El término “pseudo-socialista” indica tantos las pretensiones del sistema y sus peculiaridades derivadas de su herencia proletaria.

El término capitalismo estatizado tambien es correcto. El más común “capitalismo de estado” no es equivocado pero puede llevar a confusiones. Por un lado, frecuentemente se refiere a un estado propietario de sectores económicos en economías capitalistas tradicionales. Lenin tambien lo uso para un sector de la economía del estado obrero durante la NEP, no para el conjunto de la economía (ver Capítulo 3). Cliff y otros usan el término “capitalismo de estado” para un modelo de capitalismo en el cual la ley del valor no opera internamente. Finalmente los cliffistas y James/Dunayevskaya usan “capitalismo de estado” para denominar el moderno capitalismo tanto oriental como occidental, el resultado final de las leyes de movimiento del capital. Ello tambien está equivocado.

Entender el sistema requiere un análisis de las leyes de movimiento del capitalismo en la forma stalinista. Primero describiremos diversas características de la economía stalinista, mostrando como se ajustan a las leyes de movimiento. Tomaremos la mayor parte de la información de la Unión Soviética pre-Gorbachov. Pero nuestra interpretación general se aplica tambien a otros estados stalinistas y a la actual URSS, incluso cuando algunos de estos países han abandonado algunas de las características del stalinismo. De hecho, algunos de estos cambios frecuentemente iluminan la verdadera naturaleza de los clásicos patrones stalinistas. Por medio de los cambios podemos entender mejor un mundo mistificado. Además, parafraseando a Marx, los cambios muestran a los stalinistas más conservadores su futuro.

Pseudo-planificación

La burocracia soviética usó una serie de planes para dirigir su economía: los planes quinquenales que resumían sus objetivos, y los más operativos planes anuales y trimestrales. La palabra “plan” es determinante. Ella indica la tendencia a la socialización encubierta del capitalismo descripta por Engels y Lenin, no la organización conciente de la producción por medio de la asociación de productores característica del socialismo. Implica un gerenciamiento burocrático desde arriba, un mecanismo de explotación.

El “plan” se refiere sobre todo a que y cuanto cada firma debe producir, y en algunos casos a que empresas comprará y venderá. Los planes son negociados entre las firmas y ministros antes de su adopción y son modificados constantemente después de ello, de acuerdo con las relaciones de poder entre ellas y al funcionamiento de al producción. Como resultado de ello, los planes quinquenales siempre fueron posteriores a su periodo de aplicación (en algunos casos los planes a corto plazo tambien); ellos difícilmente fueran determinados científicamente antes de la producción. Un caso extremo es China durante la Revolución Cultural, cuando los centros estadísticos necesarios para cualquier pretensión de planificación o administración centralizada fueron reducidos a menos que un puñado de personas. No sólo ningún plan stalinista nunca planeo genuinamente la economía, sino que los resultados divergieron de las predicciones en direcciones predecibles.

Hoy en día, historias horribles sobre la planificación stalinista son comunes. Tomaremos dos descripciones que revelan la realidad. Primero una destacada teórica soviética defensora de la política de reconstrucción de Gorbachov, Tatiana Zaslavskaya, hace una comparación directa entre los monopolios occidentales y las firmas soviéticas:

Una de las consecuencias más importantes [del aumento de la composición orgánica el capital] es la emergencia y gradual intensificación de los “efectos monopólicos” en la producción, la investigación y el desarrollo. Faltando competidores, los gigantes industriales dictan a los consumidores sus propios términos, llegando a adaptar a estos a las formas de producción más convenientes para ellos. Los institutos de investigación de un dado ministerio puede realizar importantes descubrimientos que pueden quedar al margen de la producción por años.

En segundo lugar referenciaremos al primer ministro Nikolai Ryzhkov condenando los resultados anárquicos de la producción soviética:

Primero y sobre todo, debemos detener la fragmentación de los recursos financieros. Más de 300000 proyectos de construcción grandes y pequeños se están desarrollando. Es un numero impresionante, incluso considerando el enorme tamaño de nuestro país. Los proyectos son puestos en marcha generalmente después de lo previsto como una consecuencia de la fragmentación.

En un caso el problema es el monopolio; en el otro la anarquía de la economía. Peor como Lenin destacaba, estas dos condiciones aparentemente opuestas son las características del capitalismo en su época imperialista. Las dos son ilustrativas de la pseudo-planificación stalinista.

Otro ejemplo es la competencia entre empresas que no pueden garantizar que obtendrán las materias primas necesarias para cumplir los objetivos establecidos. Por su parte, los planificadores asignan objetivos que exceden las capacidades de las empresas, esperando forzarlas a usar sus reservas ilegales. Este juego asegura que las provisiones seguirán dispersas y malgastadas. Las brechas tienen que ser llenadas desde afuera del plan por medio de un mercado negro de productores privados. Las compañías frecuentemente usan proveedores semi-oficiales para obtener los materiales planificaos cuando no los pueden obtener en los mercados oficiales. O incluso peor, las fábricas se tienen que adaptar y producir sus propios insumos. Este es un fenómeno de centralización, pero uno que no agrega eficiencia a la acumulación.

Las empresas soviéticas frecuentemente adquieren tecnologías avanzadas desde el extranjero. Pero esas compras han sido realizadas por los órganos centrales del estado encargados del comercio exterior. Las técnicas importadas generalmente no se difunden dentro de la URSS de una compañía a la otra. El secreto competitivo prevalece por sobre a difusión de tecnologías. La situación es la opuesta a la de un poder capitalista avanzado como Japón, donde la tecnología extranjera fue primero importada, luego mejorada y finalmente exportada a los innovadores originarios.

Otra de las formas en las que habitualmente la planificación falla es mediante los no planeados aumentos de pecios. Las empresas no autorizadas a aumentar los precios de sus productos harán pequeñas alteraciones en ellos y los distribuirán como nuevos productos con precios mayores. Dado que los administradores soviéticos operan en el “mercado vendedor”, y dado que son premiados si aumentan sus ventas, hay un incentivo permanente para el aumento de pecios. Como destacó Trotsky, “el dinero regulado por precios administrativos fijados por los bienes pierde la capacidad e regular los precios y consecuentemente la de regular planes”. Es en este contexto que él concluyó que “la economía soviética no es ni monetaria ni planificada”. Por supuesto, el aumento de precios produce inflación, otra enfermedad capitalista. El total descalabro de los planes es evidenciado más claramente por la escandalosa inflación que afecto a Yugoslavia y Polonia al final de la década el 80.

El hecho de que el sistema no funcionaba de acuerdo con los planes fue reconocido tácitamente por Ernest Mandel:

Dentro de la economía soviética, dados los intereses materiales de la burocracia para obtener el máximo posible de recursos par los objetivos mínimos del plan, no solo la información entre las empresas no está asegurada, si no que esta prácticamente excluida. Esta incluso limitada dentro de una propia empresa. La administración burocrática funciona basándose en información equivocada, y esto es reconocido por todos los involucrados.

Si el planeamiento genuino es excluido por los intereses materiales de quienes gobiernan la sociedad luego alguna causa distinta que “la planificación” debe ser utilizada para explicar como funciona la economía. La existencia de un mercado negro en los países stalinistas, incluyendo proveedores de fábricas y autoabastecimiento, confirma la advertencia de Marx de que la ley del valor es una ley objetiva que “se impone forzosamente como una ley natural. Como la ley de la gravedad se impone cuando una casa se desmorona”.

Bienes de consumo

A finales de 1988 las autoridades soviéticas admitieron por primera vez que los deficits en los presupuestos eran un problema serio y habitual. El estado consumía mas de los que producía, resultando en un exceso de rublos en circulación en comparación con las mercancías disponibles para los consumidores. Esto necesariamente conduce a un proceso inflacionario o a la escasez de bienes de consumo. Pero esta escasez es tambien una consecuencia de la notoria inutilidad de la burocracia para producir suficientes bienes de consumo como para satisfacer la demanda -- ni que decir las necesidades.

En respuesta al descontento de las masas los oficiales soviéticos anunciaron su intención de incrementar la producción de bienes de consumo. Pero incluso cuando estos anuncios fueron incluidos en los planes, ellos no fueron aplicados. Un hecho que describe esta situación es el siguiente:

Los anteriores cinco años (1981-85) se han focalizado en el aumento de la inversión en la producción de bienes de cuando. Pero cuando la revitalización y el aumento de la efectividad de la producción no se materializaron, se decidió aplicar restricciones en el consumo.

Esta tendencia es explicada por nuestra interpretación del capital nacional. La razón para una violación sistemática de las “prioridades de planificación” es que el rol de los bienes de consumo es aumentar el valor del capital propiedad del estado, mientras que el uso de los bienes de consumo no lo hace. Si los trabajadores comen mas que lo que producen, la acumulación sufre. Luego, cuando se tiene que hacer una elección entre prioridades, los bienes de producción inevitablemente ganan. Por ello es que el aumento de la inversión se muestra necesario.

Por otro lado, la producción privada de bienes de consumo (la llamada segunda economía), incluso siendo más eficiente, no agrega valor al capital estatal. Luego estos mercados fueron oficialmente tolerados, a pesar de que eran una necesidad sistemática para llenar los agujeros de la producción estatal. La ley de Marx del aumento más rápido de la producción de bienes de producción que de la producción de bienes de consumo se aplica tanto al capitalismo estatizado como al tradicional. Es una ley del capitalismo operando a espalda de los planificadores.

Una excepción que prueba la regla es el vodka, un bien de consumo producido bajo el monopolio del estado que producía grandes beneficios. Es por ello que fue uno de los pocos bienes de consumo impulsado por los gobernantes soviéticos, a pesar de sus efectos nocivos, y que nunca escaseaba. Cuando Gorbachov asumió el liderato, el consumo de alcohol fue drásticamente combatido. Los economistas soviéticos calcularon que el costo al estado debido a accidentes industriales y viales, ausentismo laboral, enfermedades, etc. Excedía los 40 mil millones de rublos anuales, mucho más que los beneficios económicos del vodka. Un costo capitalista de costo-beneficio, no la preocupación por la salud de los trabajadores, causo el cambio de política.

La prioridad de la producción sobre el consumo llevó a la práctica stalinista de darle la responsabilidad de los servicios públicos a los ministerios que tenían industrias en una dada región en lugar de dejarlos en manos de las autoridades locales. Como resultado de ello, cuestiones como la vivienda, transporte, escuelas, residuos, provisión de agua y los teléfonos operaban bajo un caos descentralizado. No sólo en los tumultuosos años de Stalin, sino tambien recientemente, las nuevas fábricas fueron instaladas sin preocuparse de la disponibilidad de escuelas y comercios para los trabajadores. Un decreto oficial de 1970 condenó tales abusos y la constitución de 1977 asignó a los soviets locales el derecho a dirigir el “desarrollo económico, social y cultural dentro de su territorio”, sin embargo los problemas continuaron. Una razón fueron las empresas que controlaban sus propias viviendas y escuelas podían competir mejor por trabajadores mas calificados ya si cumplir sus objetivos de producción. En este respecto, la anarquía de las empresas soviéticas fue mayor que la de las empresas de occidente.

Este último ejemplo ilustra el aura de indiferencia que prevalecía en la economía: los nuevos edificios que se desplomaban, la baja calidad de los productos a todo nivel, la desorganización del transporte. El sentimiento general de que nadie era responsable de nada.

Desde la muerte de Stalin, hubo varias rebeliones de la clase obrera en al URSS contra el aumento de precios y la escasez de bienes de consumo. A diferencia de las revueltas de Europa del este, estas revueltas no fueron cubiertas por la prensa occidental. Sin embargo, es claro que las revueltas soviéticas consiguieron sus objetivos. Por ejemplo, después de las huelgas y manifestaciones de Novocherkassk en 1962, fue aumentada la importación de granos. A pesar de la limitada información, no hay duda que las leyes marxistas de la lucha de clases que impulsan a los trabajadores a defender sus intereses se aplicaban a la URSS, de la misma forma que lo hacían en Polonia y Hungría. Las masivas huelgas de los trabajadores del carbón que explotaron en el verano de 1989, estimuladas por las condiciones de vida locales, no fueron para nada una sorpresa.

Descenso de la acumulación

Otra ley del capital claramente visible en la economía soviética es el descenso de la tasa de acumulación. Las tasas de acumulación crecientes de la URSS comenzaron a caer en los años 30, con la excepción del periodo de post-guerra. En los otros países stalinistas, después de un crecimiento inicial, después de la nacionalización de las economías, el crecimiento comenzó a descender como en cualquier país capitalista tradicional.

El significado político del colapso del crecimiento es enorme, mucho mas desde que el propio Gorbachov anunciara que las tasas de crecimiento de los últimos cuatro planes quinquenales fueron artificialmente exageradas y debían ser consideradas como cero.

Como ustedes saben, las tasas de desarrollo económico estuvieron declinando en nuestro país y llegaron a un punto crítico. Pero incluso esas tasas fueron obtenidas de forma artificial, debido a factores momentáneos. Me refiero al comercio del petróleo en el mercado mundial a precios elevados, y a la total intensificación de la venta de bebidas alcohólicas. Si miramos a los indicadores económicos del crecimiento olvidándonos de estos factores, veremos que en los últimos cuatro lustros no tuvimos ningún aumento del producto bruto interno, e incluso este comenzó a disminuir en los años 80. Esta es la situación real, camaradas.

Este panorama contrasta con el entusiasmo de los seguidores soviéticos en occidente y en oriente. Una supuesta virtud del sistema stalinista es su habilidad para acumular capital más rápidamente que el capitalismo, sin pasar por periodos de crisis. Los logros del estado soviético en los años 30 eran la base de estas creencias, pero la situación termino siendo diferente después de la contrarrevolución. En el periodo de post-guerra, Japón y otros estados capitalistas superaron a la Unión Soviética, y en años recientes muchos mas lo hicieron.

Sería equivocado concluir que los fallos de la economía soviética se debían a una ineptitud tecnológica. La productividad promedio del trabajo soviético estaba por debajo del occidental, pero en las esferas de alta prioridad, como la militar, alcanzaba los niveles más altos del mundo. En parte esto se debió a que estas esferas competían salvajemente para obtener una producción de calidad. En comparación con la URSS, la administración militar en los Estados Unidos sufre de defectos burocráticos y de una elevada corrupción. La distorsión del valor que caracterizo a la mayoría de los sistemas stalinistas y limitaba el progreso de la productividad puede ser entendida en occidente por cualquiera familiar con el aparato gubernamental y cualquier otra gran institución burocrática.

Los objetivos contradictorios de maximizar el capital nacional y local tuvieron un efecto distorsionante en la expansión del capital. La presión por acumular y modernizar el capital esta focalizada en las autoridades económicas centrales, quienes estaban obligadas a considerar las relaciones de clases dentro del país como un todo y en la competencia extranjera. Los llamados urgentes para una mayor productividad de burócratas como Gorbachov y Ryzhkov expresan esta situación. La presión es transmitida a los gerentes de las empresas por medio de planes, que instruían a cada empresa a producir por encima de sus objetivos previos.

Pero desde el punto de vista de los administradores locales, los objetivos pueden ser alcanzados sin desmantelar sus plantas. No hay compulsión económica en los gerentes para modernizar dado que no tiene la amenaza de quedarse fuera del mercado y no necesitan despedir a los trabajadores innecesarios. De hecho, ellos necesitan mantener trabajadores en exceso dadas las periódicas urgencias de último momento para alcanzar los objetivos de producción, necesarias por la ausencia de las necesarias materias primas. Como resultado, la acumulación en las fábricas existentes se alcanzaba por medio de la expansión de la producción utilizando técnicas anticuadas. Si las autoridades centrales impulsaban la modernización necesariamente necesitaban construir nuevas fábricas.

Esto explica el crecimiento extensivo de la economía soviética en oposición del crecimiento intensivo que implica un avance de la productividad por medio del reemplazo del trabajo vivo por el capital. Un estudio del periodo 1982-1985 indicó que:

Durante todo el periodo, el crecimiento soviético se generó por el aumento de las inversiones y el descenso promedio de la productividad. La relativa contribución de las inversiones alcanzó el 80 % en el periodo de post-guerra y se volvió su único componente durante los años 70 en adelante, cuando la productividad se estancó completamente.

Esto implica que el descenso de las tasas de crecimiento promedio fue acompañado por el aumento de la proporción de recursos destinado a las inversiones industriales. El predominio de la acumulación extensiva no solo lastimó al sistema soviético en su rivalidad con occidente. Tambien sufrió sus propios límites de expansión, la disponibilidad de materia prima y trabajadores. Pero la razón fundamental para el descenso del crecimiento es aun más profunda.

La caída de la tasa de ganancia y el capital ficticio

El declive de las tasas de crecimiento es característico del desarrollo a largo plazo de la sociedad capitalista en general: refleja la tendencia a la caída de la tasa de ganancia (CTG). Como en occidente, la CTG se expresa más visiblemente como un descenso de la acumulación de capital: dado que las inversiones para aumentar su crecimiento vienen de la plusvalía, cuando la tasa de plusvalía decrece la acumulación necesariamente tambien lo hace.

Podría argumentarse que la CTG no puede aplicarse al stalinismo porque se deriva de la tendencia capitalista a acumular mediante el aumento de la productividad, una tendencia que es severamente distorsionada en el sistema soviético. Pero esto es un error. Como mostramos en el capítulo 1, la CTG no opera reduciendo la tasa de ganancia de todos los capitalistas uniformemente. Reduce la tasa promedio por medio de la reducción de los beneficios de las empresas más atrasadas. A escala mundial, dado que las técnicas soviéticas normalmente estaban muy por detrás de los standards internacionales, la economía soviética fue la primera en exhibir la CTG.

La principal contratendencia a la CTG, la devaluación del capital fijo, fue inhibida dado que las firmas soviéticas fueron raramente forzadas a liquidar. Esto muestra nuevamente como la CTG domina en esta época incluso más fuertemente que en capitalismo clásico. La estatización inhibe la trasmisión de las leyes capitalistas, pero no las anula. Como las firmas obsoletas protegidas son sobrevaluadas, la caída de la tasa de beneficio se realiza por medio del capital ficticio. El ejemplo soviético refuerza nuestra interpretación del capítulo 2 sobre que el capital ficticio es central para la operación de la CTG en la época de la decadencia capitalista. Ellos ilustran el comentario de Marx de que si la acumulación les fuera cedida a los gigantes capitalistas, “la llama vital de la producción moriría”.

Abel Aganbegyan, el economista soviético que fue el principal consejero de Gorbachov, en efecto observó la CTG en funcionamiento durante el periodo de “estancamiento” (el nombre dado por Gorbachov a la época de Brezhnev): “La tasa de crecimiento de todos los indicadores de eficiencia en la producción social se redujo: en efecto la productividad del trabajo no aumentó y produjo una reducción en la inversión de capital”.

Otro economista soviético ilustró el capital ficticio de esta forma:

El actual sistema financiero esta basado, en muchos aspectos, en métodos inflacionarios de financiamiento. Los ingresos y gastos del estado son meras ficciones que presentan una ilusión del dinero sin sustento material detrás de él. La manifestación más viva de esta situación es la incorporación de los impuestos de las empresas al presupuesto antes de que su producción sea vendida y sin importar si será vendida. Un rol similar es jugado por el crédito a las industrias y empresas agrícolas, que básicamente implica la incorporación de dinero sin valor a la economía. Las deudas de las empresas agrícolas alcanzan los 140000 millones de rublos. Una de las peores consecuencias de tal financiamiento inflacionario es el gran numero de proyectos de construcción impulsados en el país, que es aproximadamente el triple de los que podríamos realizar.

Naturalmente, si tanto capital es invertido en proyectos improductivos, luego la tasa de beneficio promedio será reducida. Cuando los libros no pueden ser manipulados para indicar un beneficio ficticio, la caída de la tasa de acumulación se vuelve una realidad. El capital ficticio, en el oriente y en occidente, es una herramienta para aumentar la competitividad de ciertos sectores del capital a expensas de otros o del capital como conjunto. Esto indica que el error de no cerrar empresas improductivas no es progresivo. Es un aspecto reaccionario del sistema.

El capital ficticio floreció en el sistema soviético. Si el rublo se volviera convertible de repente a otras monedas, la mayoría de los productos soviéticos se depreciarían y la economía se volvería un caos. El monopolio del estado sobre el comercio exterior, introducido después de la revolución para proteger la atrasada economía soviética del estado obrero frente al imperialismo, es aun necesario en el actual sistema soviético pero por una razón diferente: para defender los intereses nacionales y sectoriales de la burocracia. Como resultado de ello las sobreprotegidas empresas soviéticas no pueden competir internacionalmente.

¿Por que a las empresas soviéticas se les permite operar deficitariamente? Esto es explicado claramente por nuestra interpretación “capitalismo en un solo país”. Cerrando una empresa en funcionamiento, aunque improductiva, se reducirá el valor total del capital del estado (y tambien afectara a sus administradores locales). Luego, es preferible para esa empresa mantenerse en producción y ser subsidiada con fondos estatales; o sea transfiriéndoles plusvalía de otras empresas. La acumulación de nuevo trabajo muerto es sacrificada para preservar el valor del antiguo. El aumento de la tasa promedio de beneficios es sacrificado en un intento de preservar el valor del capital nacional como un todo.

Sobreproducción y crisis

A pesar del enorme aparato dedicado a la planificación burocrática y a la eliminación de la competencia más directa por mercados, existía aun una intensa competencia entre ministerios y empresas por materiales y mano de obra. Los resultados son sorprendentes.

Por ejemplo, bajo el capitalismo tradicional la naturaleza no planificada del sistema (capitalistas independientes produciendo para un mercado imprecisamente conocido bajo las condiciones de oferta y demanda) conduce a una periódica superproducción. Bajo el stalinismo, hay una planificación descoordinada de empresas y ministerios compitiendo por un mercado imprecisamente conocido y bajo condiciones anárquicas de suministros. Ambos fenómenos derivan de la pulsión capitalista a expandir la producción más allá de toda frontera.

Uno de los resultados de la “planificación” stalinista es la continua superproducción de bienes de capital, dado que cada ministerio busca aumentar su participación en el presupuesto del estado para expandir sus dominios. Tal situación fue expuesta durante la crisis de Polonia en 1980-81, cuando el régimen fue forzado a introducir recortes y tomar préstamos de occidente y tuvo que dejar sus ambiciosos proyectos de construcción a mitad de hacer. La superproducción es más visible a escala internacional en el COMECON, que para nada intentaba coordinar las producciones de sus miembros. Cada país tenía su propia producción de acero, por ejemplo, llevando a la superproducción de maquinaria y a la consecuente escasez de insumos. El COMECON es una muestra viviente del carácter competitivo del capital nacional stalinista. Como el capitalismo tradicional, las economías stalinistas, como indicó Marx, son conducidas por la consigna ¡acumular y acumular!.

La sobreproducción stalinista es escondida por el hecho de que existe una escasez de bienes de consumo por las razones antes descriptas. Muchos bienes de consumo, sin embargo, son sobreproducidos en formas indeseadas o de baja calidad y de estar forma languidecen en las estanterías o nunca llegan a ellas. Ejemplos de ello son los almacenes llenos de productos inútiles. Que las fuerzas del mercado no prevengan esta situación no implica que la sobreproducción no este operando.

Hay una razón que diferencia a las dos variantes capitalistas. En la variante tradicional la superproducción es periódica, es frenada por las crisis sistemáticas que eventualmente eliminan el capital de las compañías ineficientes. En el stalinismo, donde las empresas improductivas no son eliminadas del mercado, la sobrevaluación continua y las crisis no son resueltas. Que las empresas obsoletas sobrevivan muestra que el sistema stalinista sufre una continua presión hacia la crisis. Pero si no se permite la ley del valor fuerce a una reestructuración del sistema, esta tarea es dejada a factores materiales como la disponibilidad de materias primas. Esto finalmente fuerza a los burócratas a reducir las inversiones y a detener proyectos de construcción y producción.

Luego el ciclo comienza nuevamente, pero sin los beneficios para los capitalistas que la crisis debería proporcionar -- disciplinando a las compañías ineficientes y generando desempleo para inducir la capitulación de los trabajadores. Marx escribió que la crisis permanente no existe por que las crisis normalmente conducen a la destrucción y devaluación de parte del capital existente. Las crisis son la solución, no el problema. Pero bajo el stalinismo las crisis nunca se resuelven plenamente, luego continúan permanentemente.

Dado que la crisis es un componente esencial del análisis marxista del capitalismo, aquellos que dicen que el sistema soviético no es capitalista han argumentado continuamente que las crisis no son un problema allí. Una objeción típica proviene de los académicos marxistas quienes sostienen, que mientras “el capitalismo tiende a una sub-inversión crónica” debido a sus millones de desempleados, el “socialismo” genera una “super-inversión crónica”. Sin embargo la sub-inversión capitalista en épocas de crisis es un resultado de la superproducción (o sea de la super-inversión) durante sus booms cíclicos. El autor tambien reconoce la existencia de “márgenes limitados de capital inutilizado en muchas industrias” en el este -- una situación paralela a la del capitalismo occidental en los periodos de crisis y una indicación de la sub-inversión que resulta de la superproducción.

Mandel tambien sostuvo argumentos similares durante décadas. En 1968 escribió que la economía soviética “escapa completamente” de las leyes del capitalismo y que “esta exenta de las fluctuaciones de la economía mundial”. Luego lo repitió en 1980:

Los países con economías planificadas y socialistas no han sido golpeados por los mismos fenómenos que sin excepción marcaron a todos los países capitalistas industrializados: un recurrente descenso absoluto de la producción industrial durante las fases de recesión, desempleo masivo, el cierre de numerosas empresas ye colapso de ramas completas de la industria.; la acumulación de inmensas cantidades de mercancías inútiles.

Dos años después, cuando al realidad de la crisis en los estados stalinistas era evidente, Mandel admitió la “excepción de Polonia” pero rápidamente agregó de que esta “fue golpeada por una crisis de subproduccion y no de superproducción” -- con el objeto de distinguir al sistema soviético del capitalismo. Incluso si esta interpretación fuera cierta, difícilmente refleje un modo progresivo de producción. La subproduccion es una plaga precapitalista, de sociedades preindustriales, no de países industrializados “post-capitalistas” como Polonia.

Mandel sostiene argumentos aun más contradictorios sobre China. Él insiste que China es aun progresista por el hecho de que “el trabajo no es mas una mercancía, ya que no existe un mercado de fuerza de trabajo en China, por que los trabajadores tienen un trabajo y salarios mínimos garantizados”. Sin embargo, él tambien escribió sobre la existencia de “una enorme masa de desempleo rural e industrial”, “el aumento del desempleo entre los jóvenes”, el 10 % de campesinos chinos “que están subalimentados” y tasas de inflación del 15 al 20 %. Finalmente él agrega, “como resultado del retroceso de la economía, miles de fabricas han sido cerradas”de modo que el desempleo se duplicó desde 1980 a 1981. Además, “la amenaza, del despido ahora cuelga sobre la cabeza de 100 millones de trabajadores asalariados en China”. ¿Dónde están entonces la seguridad laboral y salarial?

Cuando admite la existencia de crisis stalinistas, Mandel niega sus causas; él acusa a la crisis capitalista mundial y a los burócratas dirigentes y no a las leyes económicas internas del sistema. Es verdad que la economía de un país pequeño como Polonia o de un país largamente explotado por el imperialismo como China serán necesariamente influenciadas por sus vecinos más poderosos. Y no hay duda sobre la inoperancia de los burócratas. Sin embargo, la afirmación de Mandel de que las sociedades “post-capitalistas” no están influenciadas por el capitalismo colapsa ante la realidad.

Desempleo

La preservación del capital obsoleto fue llamada oficialmente un principio socialista porque mantenía el empleo pleno. La política de trabajo para todos, aunque distorsionada por el desperdicio de trabajo, es de hecho una de las pocas conquistas obtenidas por la revolución obrera que los trabajadores soviéticos no perdieron con la contrarrevolución. Pero no es sorprendente que esta conquista revolucionaria sea la que se ajuste a las necesidades de la burocracia -- o lo hiciera hasta que sus beneficios dentro de la economía capitalista estatizada se volvieran claros.

En este sentido el sistema soviético funcionó de forma contraria a un estado obrero genuino, el cual hubiera cerrado las fábricas obsoletas rápidamente. En éste, nuevas técnicas hubieran sido rápidamente introducidas y generalizadas, el empleo pleno se hubiera mantenido disminuyendo el número de horas trabajadas en paralelo con el aumento de la productividad, en lugar de hacerlo manteniendo una baja productividad. Un estado obrero tiene como su objetivo la autoeliminación de la clase obrera, no su preservación para su explotación.

Lo planificadores y administradores soviéticos abiertamente se quejaron por el empleo pleno ya que no podía usar los despidos masivos para disciplinar a su fuerza de trabajo. Sus comentarios eran parecidos a los de un patrón sueco quejándose de las políticas de empleo en Europa occidental:

En los EEUU es aun posible despedir trabajadores si dejan de ser necesarios. En Europa es imposible reducir la fuerza de trabajo por medio de despidos antes de que la compañía este arruinada ... . Sin embargo, las compañías europeas bien administradas han aprendido mejor como aprovechar a sus empleados ya que no pueden despedirlos.

Suecia es un caso particular, con su pequeña y especializada economía; además, las compañías del norte de Europa sé las arreglan para despedir “trabajadores invitados” de sus filiales del sur de Europa y del tercer mundo cuando lo necesitan. Sin embargo, hay considerables similitudes sobre la seguridad laboral entre el mercado orientado del este y los países socialdemócratas de occidente. Los administradores soviéticos, cuya economía no es tan prospera como la sueca o la austriaca preferirían mucho mas políticas laborales como la de los países mas atrasados del sur y el occidente (incluidos los EEUU) que la que tiene ahora, y ellos están tomando los pasos necesarios para conseguirlo.

De hecho es una debilidad del capitalismo stalinista el no ser capaz de tener un ejercito de reserva de trabajadores desocupados para frena la combatividad proletaria; las consecuencias de ello ya fueron vistas en Polonia en 1980-81. Los stalinistas confían en medidas coercitivas para controlar a los trabajadores -- como tambien se hizo en la Alemania nazi, donde tambien se alcanzo el empleo pleno. Pero la policía es una herramienta ineficiente para controlar la economía; un palo sin la zanahoria, algo que no ofrece a los trabajadores incentivos para trabajar mas duro. El mantenimiento del empleo pleno es una política que marcha en paralelo con una productividad notoriamente baja. La intensificación del trabajo, incluyendo el trabajo esclavo, fue usada como un substituto del capital solamente en las etapas iniciales del desarrollo industrial.

No todo estado “socialista” mantiene una política de empleo pleno. Yugoslavia sufre uno de los desempleos más grandes en Europa. China tambien, después de la muerte de Mao, se revelo que tiene un ejercito de reserva de desempleados, a pesar de las afirmaciones de los psicópatas occidentales sobre multitudes de gentes felices. En ambos países el modelo stalinista de acumulación está fuertemente modificado por la independencia provincial y la desigualdad. Cuando los trabajadores de una provincia encuentran trabajo en una más rica o fuera del país, los gobernantes ganan por las remesas de dinero enviadas a casa o por los contratos firmados con firmas extranjeras.

Incluso la URSS tiene cierto desempleo bajo el clima de la glasnost de Gorbachov. Ahora se admite que hay cierto desempleo, al menos en algunas regiones y para alguna categoría de trabajadores. De acuerdo con fuentes soviéticas en 1987 hubo 200.000 desempleados en Tadzhikistan, son un millón en Uzbekistán (10% de desempleo) y 250.000 en Azerbaiján (Tambien 10%). En Bakú, la capital de Azerbaiján, gran productora de petróleo, el desempleo adulto es del 12%.

Igor Zaslavsky, director del sector de desempleo del Instituto para el Estudio del Trabajo de Moscú confirma estos hechos. Él dijo, “hemos crecido en el empleo pleno de Stalin”. Pero si abrimos nuestros ojos descubriremos la realidad. El desempleo existió y aun existe; encubierto, estructural, estacionario, o temporario. Solamente ahora nos damos cuenta del masivo desempleo de Asia Central.

La misma revista informa que, como resultado de los nuevos despidos ocurridos en la perestroika, en la republica de Moldavia el número de trabajadores desempleados estimado es 150.000, aproximadamente 7% de la fuerza de trabajo. Pero esta figura no puede ser verificada ya que según el periódico oficial Izvestia, “oficialmente no hay desempleo en este país. El status del desempleo no ha sido definido y no hay estadísticas”.

Además de la miseria del propio desempleo, el hecho de que sea aun oficialmente ocultado significa que el planeamiento del trabajo es completamente ficticio. Si las estadísticas de desempleo no tienen información confiable, los planes basados en el aprovechamiento del trabajo no tienen ninguna base científica.

El trabajo femenino

La situación comparativa de hombres y mujeres trabajadores es una de los indicadores más claros de las relaciones sociales. En la URSS muchas mas mujeres trabajaban fuera de casa que en occidente, a pesar de ello las mujeres tenían salarios del 60 0 70 % del de los hombres, una proporción similar que en los EEUU y Gran Bretaña. Las mujeres generalmente trabajaban en aquellas industrias y trabajos que requerían una menor especialización -- a pesar de que su nivel de ecuación era en promedio mayor. Esto era el resultado de una discriminación en la contratación además del frecuente prejuicio de que las mujeres deben ocuparse de la mayor parte del trabajo doméstico y del cuidado de los niños. Esta es otra tendencia de la sociedad capitalista tradicional reflejada en el sistema stalinista.

Algunas de las medidas más opresivas hacia las mujeres tomadas durante el periodo contrarrevolucionario fueron revertidas después de la muerte de Stalin, incluyendo aquellas restringiendo el divorcio y el aborto. Pero las condiciones de discriminación se mantuvieron. Gorvachov se basó en el comentario de Marx de que el grado de emancipación de las mujeres refleja el nivel social y político de una sociedad para recuperar muchos de las conquistas soviéticas en cuanto a igualdad y seguridad de las mujeres. Pero el tambien mostró lo que los reformadores stalinistas tenían realmente en mente, lo cual no tenia nada en común con Marx:

Durante años de difícil y heroica historia, hemos fallado en prestar atención a los derechos y necesidades mujeres en su rol de madres y amas de casa. ... Las mujeres han dejado de tener tiempo suficiente para realizar sus tareas cada día en casa. Hemos descubierto que muchos de nuestros problemas -- en el comportamiento de los niños y los jóvenes, en lo moral, lo cultural y la producción -- son parcialmente causados por el debilitamiento de los lazos familiares y la débil actitud hacia las responsabilidades familiares. Esto es un resultado paradójico de nuestro sincero y políticamente justificado deseo de hacer a las mujeres iguales a los hombres en todo. Ahora en la perestroika, hemos comenzado a enfrentar estos problemas. Por ello, estamos sosteniendo debates en la prensa, en público, en el trabajo y en casa sobre que es lo que debemos hacer para que las mujeres puedan retornar a sus misiones puramente femeninas.

La igualdad es buena con moderación, aparentemente, pero hemos dio demasiado lejos! Increíblemente, Gorvachov dice que los derechos duramente ganados por las mujeres son los responsables del declive de la moral, la cultura y la producción soviéticas. Luego, lo mejor es enviarlas nuevamente a casa a ocuparse de las tareas domesticas. En occidente hay similares campañas para recuperar los valores de la familia tradicional y reesclavizar a las mujeres. Los admiradores de Gorvachov deben reconocer que su héroe tiene una visión de la liberación de la mujer similar a la de los sectores mas reaccionares de la iglesia.

Para alguien que reclama la herencia de Marx, es significativo que Gorvachov no mencione la tradicional solución marxista a la doble explotación de las mujeres (trabajo domestico más asalariado): la mayor socialización del trabajo domestico. (La URSS tiene mejores servicios maternales y una mayor y más extensa red de instituciones para el cuidado de los niños que los EEUU, pero ellos son aun insuficientes). Gorvachov sin embargo va en la dirección opuesta. él esta preparando las condiciones para amenazar a las mujeres con el desempleo, impulsando ideologías conservadoras que le permitan aumentar la intensidad del trabajo -- uno de los mayores objetivos de la perestroika (Capítulo 8). Como en occidente, un ataque de la clase dominante sobre las mujeres siempre viene acompañado de un ataque a las conquistas de la clase obrera en su conjunto.

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