1. Valor y trabajo asalariado

Para entender cualquier sociedad moderna es esencial investigar más allá de las apariencias e iluminar las leyes económicas fundamentales que la gobiernan, tal como Marx lo hizo con el capitalismo. Dado que el sistema soviético fue la consecuencia de la degeneración de una sociedad transicional entre el capitalismo y el socialismo, las leyes del capitalismo son el punto de partida obligado para su estudio, incluso cuando consideremos que el sistema soviético hoy en día no es capitalista.

Un hecho interesante a considerar es que cuando el presidente norteamericano George Bush visitó Hungría en 1989 la Universidad Karl Marx de Budapest no requería más el estudio del mayor trabajo científico de Karl Marx, El Capital. La excusa para ello era que se necesitaban teorías más modernas, y en todo caso el colapso económico de los regímenes soviéticos había desacreditado al marxismo. Probablemente las autoridades húngaras hubieran necesitado más capital que Capital para salvar sus economías. Sin embargo, para poder entender lo que ocurrió en los países soviéticos no cabe otra alternativa que Marx.

Marx le dio al Capital el subtítulo, “Una Crítica a la Economía Política”. Este es de hecho un trabajo altamente polémico, dirigido contra los economistas vulgares y apologistas burgueses de sus días. Pero no sólo a ellos: es también una crítica a los populistas pequeño-burgueses y anarquistas que encontraban el origen del funcionamiento y las crisis capitalistas en la distribución en lugar de hacerlo en la producción. Esto se aplica igualmente a sus símiles actuales, los marxistas de clase media quienes ven el origen de las fuerzas que gobiernan el capitalismo está en las relaciones interburguesas.

Por el contrario, nosotros realzamos el rol de la lucha de clases dentro de la producción -- la transformación conciente del mundo material -- como la base de las leyes de movimiento de la sociedad burguesa. En el núcleo de la teoría marxista está el reconocimiento de que la realidad social, al igual que la material, está siempre en un proceso de cambio. Las leyes de cualquier sociedad de esta forma también se desarrollan y cambian por medio de sus condiciones internas. Esto también contrasta con las concepciones estáticas de los marxistas de clase media.

Modos de explotación

El Capital comienza con el siguiente párrafo breve: “La riqueza de las sociedades en las que el medio de producción capitalista prevalece se presenta a si misma como ‘una colección inmensa de mercancías’, siendo su unidad la propia mercancía. Nuestro análisis debe comenzar por lo tanto con el estudio de la mercancía”.

Marx comienza su análisis con las mercancías, y para muchos marxistas es allí donde también termina. Sin embargo, la clave del real significado de la idea de Marx está en la frase se presenta a si misma -- o en alguna traducción alternativa, aparece. Marx usa ese término deliberadamente, para distinguir entre apariencia y esencia. Sus volúmenes de estudios económicos están dedicados a estudiar la realidad que hay detrás de las apariencias. El factor determinante del capitalismo no es la simple existencia de mercancías sino la mercantilización del trabajo. Esto define el modo específico de explotación del sistema, la forma en que la clase dominante se apropia de la plusvalía creada por los productores.

Para ver que esta fue la visión de Marx, nosotros primero remarcamos que la clave de cualquier sociedad está en la lucha entre la clase dominante y la clase productora. Así el Manifiesto Comunista comienza diciendo: “La historia de toda sociedad jerarquizada existente es la historia de la lucha de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señor y ciervo, amo del gremio y oficial -- en una palabra, opresor y oprimido -- estuvieron en constante enfrentamiento, desarrollado en una lucha ininterrumpida, ahora escondida, ahora abierta; una lucha que siempre terminó en una reconstitución revolucionaria de la sociedad o en la ruina común de las clases contendientes”.

El principal campo de batalla de la lucha de clases es la plusvalía. Lo que distingue una forma de sociedad de las otras es la forma en que la clase dominante explota a la clase productora, es decir, la forma en que la plusvalía es apropiada: “La diferencia esencial entre las distintas estructuras socioeconómicas, entre por ejemplo, una sociedad basada en el trabajo esclavo y una basada en el trabajo asalariado, descansa sólo en la forma en que el plusvalor creado por el trabajo es apropiado a sus productores”.

Cerca del final del Capital Marx destaca el verdadero significado de la diferencia entre modos de explotación: “La forma económica específica en que el plusvalor impago del trabajo es extraído a sus productores directos establece las relaciones sociales entre dominadores y dominados, dado que esta se desarrolla por fuera de la producción en si misma y en cambio aparece frente a esta como un determinante. Pero en ella está basada la entera formación de la comunidad económica, desarrollándose por fuera de las relaciones de producción, y teniendo de esta manera su forma política específica.

“Es siempre la relación directa entre los dueños de los medios de producción y los productores directos -- una relación cuya forma real siempre corresponde naturalmente a un estado definido de desarrollo en las formas y medios de trabajo y en consecuencia a su poder productivo -- lo cual revela los más internos y secretos, los mas escondidos fundamentos de la estructura social y en consecuencia también las formas políticas de la relación dominación-dependencia -- en breve la forma especifica del estado en cada caso.

Esto no niega el hecho de que, debido a innumerable circunstancias empíricas (condiciones naturales, relaciones raciales, influencias históricas externas, etc.), las mismas bases económicas -- las mismas en término de las principales condiciones -- puedan mostrar infinitas variaciones y graduaciones del fenómeno, lo cual puede ser comprendido sólo las circunstancias empíricas dadas”.

Este magnifico resumen expresa la inevitable relación que enlaza la forma de explotación, la estructura social y el estado. Aplicado al capitalismo, esto significa que la relación salario-trabajo es el fundamento del estado burgués. Ello destaca además que este estado y la estructura social asociada a él pueden tomar diversas formas (“infinitas variaciones y graduaciones en apariencia”). A pesar de ello, todas serán capitalistas (“la misma base económica.... respecto a las principales condiciones”), mientras tanto el plusvalor sea extraído por medio del trabajo asalariado -- lo que significa que el valor agregado a las mercancías toma la forma de plusvalía.

A pesar de ser bien conocido, este párrafo es generalmente mal interpretado. Cuando Marx escribe “la forma especifica en que el plusvalor es extraído”, los expertos marxistas no ven que él se está refiriendo al método de explotación. Ernest Mandel, por ejemplo, interpreta este párrafo como una refutación al argumento (de Milovan Djilas) de que la URSS es un estado capitalista, dado que el capitalismo y el stalinismo parecen tener distintas formas de extraer la plusvalía: “¿Pero cual es la forma especifica de apropiación del capitalismo? ¿Existe esta forma aún en la Unión Soviética? Bajo el capitalismo, el plusvalor del trabajo social es apropiado por la clase dominante en forma de dinero después de la venta de la mercancía. En la URSS el plusvalor es apropiado por el estado en forma de mercancía por medio de la realización de un plan; la bancarrota de empresas (la cual a veces ocurre en la URSS) no tiene efectos ni en la apropiación ni en la acumulación”.

Mientras para Marx la forma de extracción del plusvalor significa el modo de explotación -- o sea la relación entre la clase dominante y dominada -- para Mandel lo significa sólo la forma aparente que toma el plusvalor una vez extraído: si es dinero o no. Mandel dice que la esencia del capitalismo es “la producción generalizada de mercancías”, la cual él sólo reconoce a través de la venta de estas por dinero. Pero a pesar de que el capitalismo es la producción de mercancías, el intercambio de sus productos por dinero es sólo una apariencia. Su esencia es la explotación del trabajo asalariado.

Mandel ha sido también encantado por un fenómeno secundario (y temporario), la supresión de las formas monetarias capitalistas en la URSS. Pero el tiempo cambia. La diferencia que él percibió entre el Este y el Oeste lo llevo a una conclusión que ahora se demostró errónea. Dado que varios países “socialistas” han reformado sus economías para aumentar el rol que juegan los beneficios, llegando a forzar el cierre de las empresas deficitarias, es claro que la bancarrota financiera no interrumpe la apropiación y la acumulación -- y no ha sido para nada un factor disruptivo. La política de mantener las compañías improductivas funcionando sólo encubría la ineficiencia del sistema bajo la superficie; si las firmas obsoletas continúan funcionando, su atraso retarda la acumulación. Salteándose las normas monetarias no se vuelve a un sistema no-capitalista; sólo se enmascara la operación de las leyes del capitalismo, como veremos en el Capítulo 5.

Otro ejemplo: Branko Horvat, un destacado economista y planificador yugoslavo, usa una similar mala interpretación de Marx para justificar sus puntos de vista de que el sistema soviético no es capitalista sino un tercer sistema intermedio que él llama “estatismo”: La diferencia básica entre una sociedad basada en el trabajo asalariado capitalista y una basada en el trabajo asalariado estatista descansa en la forma en que la plusvalía es extraída: en el primer caso, la propiedad privada, y en el último, la propiedad estatal, determinan este modo”.

Horvat admite que ambas sociedades tienen en común el trabajo asalariado pero, como Mandel, insiste en que el “modo en que el plusvalor es extraído” implica la forma en que los explotadores sostienen su propiedad. Él también ha extraído una pocas palabras de Marx y dejado el contenido atrás. Una consecuencia de denegar que el trabajo asalariado caracteriza un modo particular de explotación es que Horvat pueda concluir que la economía yugoslava, a pesar de estar basada en el trabajo asalariado, no es capitalista ni estatista, está caracterizada por la “propiedad social” y por ello evita completamente la explotación.

Como los teóricos burgueses, Mandel y Horvath aceptan la idea de un mundo fundamentalmente dividido entre economías de mercado y planificadas. Que las dos formas modernas del capitalismo difieran en como los opresores reparten la plusvalía entre ellos es importante pero secundario. Estas diferencias están entre las “infinitas variaciones y graduaciones en apariencia” -- del mismo modo de producción capitalista. Como veremos, ellas son la consecuencia de que las leyes del capitalismo no son estáticas y de que la necesidad da lugar a distintas formas de distribución del plusvalor en diferentes etapas históricas del desarrollo.

Mandel y Horvat (y muchos otros) revelan su incomprensión del capitalismo ordinario distinguiendo a este del stalinismo. La forma de extracción de la plusvalía en el capitalismo para ellos está definida por las relaciones entre capitalistas, no por las relaciones de explotación de clase. Lo que están perdiendo es la raíz proletaria del; marxismo, expresada al final del Capital, “En vista de lo que ya hemos dicho, es superfluo demostrar nuevamente que la relación entre capital y trabajo asalariado determina el carácter del modo de producción”.

Obviamente no es superfluo para nuestros marxistas contemporáneos.

La teoría del valor del trabajo

Ahora trazaremos la línea del razonamiento seguida por Marx para derivar la importancia fundamental del trabajo asalariado.

El estudio de las mercancías comienza por su valor. Las mercancías son bienes producidos por productores privados -- esto es separados -- con el objeto de ser intercambiados por otros bienes. El intercambio de bienes, en oposición a la producción de bienes en común, pone a los productores en relación social entre ellos. Para que el intercambio ocurra cada producto debe tener un valor de uso, una cualidad útil que lo hace requerido por otros o por la sociedad en general -- a pesar de que la utilidad no es lo que determina como se intercambian.

Los precios a los cuales las mercancías son compradas y vendidas son percibidos en la teoría burguesa como sus valores verdaderos. Para Marx, sin embargo, el precio de una mercancía es solamente una semblanza de su valor subyacente, el tiempo de trabajo necesario para su producción. Este valor es primero reflejado en la forma de dinero por el valor de intercambio de una mercancía: esta cantidad de tiempo de trabajo corresponde a aquella cantidad de dinero, dejando de lado los detalles para ser discutidos más adelante. En cambio, el precio cambiante de una mercancía en el mercado fluctúa alrededor de su valor de intercambio.

Marx es a veces criticado por no probar la teoría del valor del trabajo. De hecho, el no hizo ningún intento para dar una “prueba” desde fundamentos abstractos; el verdadero test fue la práctica. Su justificación para usar la teoría estuvo basada, primero, en su correspondencia con la realidad económica, como veremos cuando discutamos el trabajo asalariado, y segundo, en las leyes de movimiento y desarrollo del capitalismo que el derivo de la ley del valor. Ninguna otra teoría ha sido capaz de explicar el capitalismo y, mucho menos, sus cambios históricos, con el éxito de la teoría de Marx.

La teoría que el valor está basado en el tiempo de trabajo no fue inventada por Marx; fue una elaboración de los economistas burgueses clásicos. Esto permite a los apologistas burgueses declarar que el principio básico del sistema es el intercambio de equivalentes: o sea, las mercancías de igual valor pueden ser intercambiadas. Por medio de esta autojustificacion ideológica el capitalismo se presenta a si mismo como una sociedad fundada en la igualdad -- a pesar de sus extremos de riqueza y privilegios.

El capitalismo también reclama ser la concreción de la libertad económica: los dueños de mercancías son libres en el sentido de que tienen el derecho a encontrar compradores en el mercado con el objeto de obtener el mayor valor posible para su mercancía. No fue por accidente que “libertad” e “igualdad” fueron dos de las consignas de la revolución burguesa francesa, o que la idea de la democracia se difundió con la expansión del capitalismo.

Marx demostró lo que era válido en estas ideas: eliminando las restricciones feudales, el capitalismo puso en movimiento fuerzas que trajeron a las masas al escenario de la historia. Es la función progresiva del capitalismo la que provee las bases materiales para una sociedad de genuina libertad en el futuro. Sin embargo, el propósito central del análisis de Marx fue eliminar toda ilusión de que el propio capitalismo podía liberar a la humanidad.

El capitalismo es de hecho una sociedad de desigualdades monstruosas. Además, especialmente en la presente época imperialista, el capitalismo es enemigo de la libertad a escala mundial. Detrás de esta realidad está la ley del valor. Como escribió Engels, “la forma de valor de los productos ... contiene el germen de la forma capitalista de producción, el antagonismo entre capitalistas y trabajadores asalariados, el ejército industrial de reserva, las crisis”. Nosotros presentaremos esquemáticamente como Marx reveló las implicaciones que la palabra valor contiene “en germen”.

Primero, el trabajo incluido en las diferentes mercancías debe ser comparable. Así el trabajo de cada rama especifica de producción, así como cada nivel de especialización, es evaluado reduciéndolo a unidades de trabajo simple (no especializado) y abstracto (en oposición al trabajo especifico o concreto). El valor de una mercancía es determinado por su propia producción como la fracción del tiempo de trabajo simple y abstracto que la sociedad invierte en él.

Segundo, el tiempo de trabajo que determina el valor de una mercancía debe ser socialmente necesario: el valor no es determinado individualmente. Si, por ejemplo, si a un trabajador le toma el doble que lo normal producir una mercancía, el valor de esta mercancía no es duplicado -- por el contrario, la mitad del tiempo de trabajo del obrero fue malgastado. De la misma forma, si un capitalista en una dada rama de producción fabrica más mercancías que las que pueden ser vendidas, la totalidad del tiempo de trabajo incluido en estas mercancías no se puede realizar como valor. Una porción de él fue malgastada por que las mercancías no tienen utilidad social, entendiendo que la necesidad en una sociedad capitalista tiene que ser respaldada con dinero; esto no significa que no haya gente que necesite estos productos y pudiera usarlos.

Por otro lado, si un capitalista encuentra una forma de producir una mercancía con menos tiempo de trabajo que el normal, el valor de esta mercancía no decrecerá automáticamente. Él se mantiene igual hasta que otros productores sean capaces, en promedio, de reducir el tiempo de trabajo necesario. De hecho, las innovaciones en el capitalismo provienen de la oportunidad temporal de los empresarios de vender sus mercancías a su valor de intercambio (previamente establecido), incluso cuando ellos sean capaces de producirlos por menos.

En resumen, el valor de una mercancía es realmente medido por el trabajo requerido para su reproducción. Así si las técnicas de producción mejoran durante la vida útil de una mercancía, su valor declina, dado que su reproducción requiere menos tiempo que el requerido originalmente con métodos menos avanzados. El valor de una mercancía no es por lo tanto constante sino que cambia constantemente (normalmente decreciendo), de acuerdo con los cambios de las técnicas de producción y la disponibilidad de trabajadores, maquinas y materiales.

Además, para que las mercancías puedan ser intercambiables, debe existir una mercancía especial que presenta su valor directamente como un equivalente universal. Esta es la función del dinero, el cual aparece inicialmente en la forma de un tangible, una mercancía poseedora de valor como el oro; él que permite a la sociedad medir las distintas formas concretas del trabajo incluido como porciones del trabajo común abstracto.

La gente normalmente se sorprende al conocer que los valores de las mercancías tienden a disminuir, porque el precio de la mayoría de las cosas que ellos compran siempre aumenta. Pero la apariencia es sólo una ilusión construida alrededor del dinero; no es una materialización directa de su valor. Cuando las monedas son estables, si el valor del trabajo disminuye, también lo hacen el valor de intercambio y el precio. Pero en nuestros días, el funcionamiento del capitalismo hace que las monedas sean continuamente depreciadas, luego se necesita más dinero para comprar una mercancía que antes, incluso una mercancía cuyo valor es decreciente. Sólo en casos especiales en que el valor se reduce rápidamente, como lo son ciertos productos electrónicos, el precio disminuye a pesar de la inflación general de los precios.

Esto ilustra un aspecto esencial de la teoría del valor de Marx. El valor de intercambio (y el precio también) reflejan el valor de una mercancía de una forma imprecisa. No sólo el valor monetario de una mercancía cambia (como ocurre con toda mercancía); el dinero tiene que ser usado no sólo como un simple equivalente sino también como un medio rápido y conveniente para realizar el intercambio entre puntos lejanos, y para el almacenamiento del valor. Estas funciones hacen que el dinero sea creado permanentemente de forma artificial por medio del sistema de crédito. También el dinero tiene que ser representado en papel u otras formas simbólicas -- lo cual da una oportunidad relativamente simple de mal interpretar su valor (tanto legal como ilegal). De esta forma, inherente a la naturaleza del valor de intercambio está la posibilidad de un valor ficticio: formas de valor no basadas en el trabajo involucrado en la producción. El crudo equivalente entre el valor de intercambio y el valor se deteriora con el decaimiento del capitalismo en su época imperialista, como veremos en el próximo capítulo.

En contraste, en una sociedad pre-capitalista productora de mercancías simples donde los artesanos obtenían las herramientas y materiales de fuentes de valor familiar, el valor podía ser medido sencillamente, e incluso científicamente comparado. Pero dado que el capitalismo extendió la producción de mercancías, incorporando todas las formas históricas de trabajo y creando una economía mundial, las complejidades del valor se ampliaron. El intercambio de mercancías no puede ser completamente regulado por el tiempo de trabajo hasta que el poder del trabajo no sea tratado como una mercancía. Además, el capitalismo mismo se vuelve una mercancía, y esto distorsiona el valor de intercambio de todas las mercancías de diversas formas, como ya veremos. Cuando nosotros nos referimos a la teoría del valor del trabajo (o ley del valor), nosotros nos referimos al concepto general de que el valor de las mercancías está determinado por el tiempo de trabajo incorporado a ellas -- sin especificar distorsiones y complejidades.

Contradicciones del valor

Es desdichadamente común que los teóricos acepten las categorías de Marx pero que las llenen con un contenido completamente diferente. La principal fuente de las ilusiones sobre el capitalismo es la idea dictada por el “sentido común” según la cual los precios son dictados por el mercado y no por la producción. Esta falacia se nutre en el hecho que las mercancías son definidas como tales por el acto del intercambio. La teoría burguesa sostiene que las fuerzas del mercado de oferta y demanda son por lo tanto la base de su valor. En respuesta a ello, Marx remarcó que incluso cuando la oferta y la demanda están equilibradas, el valor de una mercancía debe ser determinado, y este depende de la cantidad de trabajo abstracto contenido en ella; cuando no se alcanza el equilibrio la oferta y la demanda afectan el precio pero sólo dentro de ciertos limites establecidos por las condiciones de producción.

La concepción burguesa es asumida por los marxistas de clase media. Por ejemplo: “Una economía gobernada por la ley del valor es una economía en donde la producción, y por lo tanto la inversión, está guiada por la demanda efectiva. Lo que aquí opera primordialmente no es más que la diferencia de intensidad de las necesidades de diferentes individuos; lo que es decisivo es la diferencia en ingresos. Así la producción esta dirigida a satisfacer las necesidades de la clase privilegiada primero. La producción de artículos de lujo es estimulada en contraposición de la producción de bienes de primera necesidad para la gran masa de la población.”

Esta es la esencia de la noción pequeño-burguesa del capitalismo, denunciando al sistema por los privilegios que le otorga a los “malvados de gran riqueza”. Imitando a los sociólogos académicos, Mandel elige la diferencia de ingresos como la fuerza motivadora del capitalismo, en lugar de mirar hacia la diferencia de intereses de clase como Marx hizo. Es un mito establecido entre los economistas pequeño-burgueses que el capitalismo es propulsado por la soberanía de los consumidores; Mandel solamente agrega a esto que los deseos motivadores son realmente aquellos de la clase dominante. Este argumento sólo puede ser mezclado con una política populista en lugar con una política obrera de desafió al capitalismo.

Marx respondió personalmente a Mandel con un siglo de anticipación:

“Nunca debe olvidarse que la producción de este plusvalor .... es el propósito inmediato y leéis-motive de la producción capitalista. Nunca funcionara, por lo tanto, representar a la producción capitalista como algo que no lo es, o sea como una producción cuyo motivo inmediato es el disfrute de las manufacturas por parte de los capitalistas. Esto equivaldría a mirar superficialmente su carácter especifico, el cual es revelado en toda su esencia interior”.

Lo que “nunca debe ser olvidado” ha sido borrado hace mucho de la memoria de los pretendidos marxistas.

Otra confusión común sobre la “ley del valor” es si esta es la base de las leyes de movimiento del capitalismo y de como estas operan, o es la guía de un sistema social racional que el capitalismo nunca puede alcanzar. Tomando el segundo puno de vista, el prominente economista burgués de izquierda Joan Robinson escribió:

“Marx creyó que, en el socialismo, la teoría del valor caerá por su propio peso. Solamente cuando la producción esté bajo el control consciente y programado de la sociedad, la sociedad establecerá una relación directa entre la cantidad de trabajo social empleado en la producción en la producción de artículos definidos y la cantidad de la demanda de la sociedad por ellos ..... El intercambio, o venta, de mercancías a su valor es la forma racional, la ley natural de su equilibrio”.

Aquí Robinson distorsiona a Marx con el objeto de argumentar que, para él, la teoría del valor del trabajo es el regulador racional del socialismo. Pero esto es de hecho una incomprensión plena de las intenciones de Marx.

La primera oración que ella extrae de Marx ofrece una visión sintética de la sociedad socialista: control consciente de la producción estableciendo una conexión científica entre la producción de bienes y la demanda de ellos. Incluso cuando Marx habla de la cantidad de tiempo de trabajo social necesario, podemos estar seguros de que él no se refería al valor, porque la ley del valor no tiene nada que ver con “el control conciente y prearreglado de la sociedad”. Esta es una ley ciega que opera a las espaldas de los individuos quienes no pueden controlarla. (Lo que no ocurre bajo el socialismo, como lo veremos en el Capítulo 3 es que la forma del valor -- la transferencia de partes iguales del tiempo de trabajo -- es retenida, mientras que su contenido basado en la explotación es abolido.

La oración sobre el socialismo es una discreción insertada dentro de una discusión sobre el capitalismo con el objeto de enfatizar que bajo el capitalismo la cantidad de tiempo de trabajo incluida en una mercancía necesariamente no se corresponde con su demanda social. La segunda oración extractada, sacada de contexto, es parte de la discusión sobre el valor en el capitalismo; ella solamente establece que la meta del capitalismo es el intercambio basado en el valor (de intercambio). Pero la parte determinante del argumento de Marx (que Robinson prefirió no remarcar) muestra que esta meta, a pesar de ser racional, solamente es alcanzable accidentalmente en el capitalismo.

Esto ocurre porque el capitalismo no puede regular la provisión de mercancías por anticipado: oferta y demanda inevitablemente se apartan y acercan a su relación racional. La ley del valor como “ley natural de equilibrio” del sistema no gobierna las relaciones diarias entre individuos sino solamente el comportamiento promedio de los precios, la oferta y la demanda. Los precios constantemente fluctúan alrededor del valor, el cual por su parte siempre cambia.

Como Marx concluyó en el pasaje citado por Robinson: “es esta ley la que explica las desviaciones, y no al revés, las desviaciones las que explican la ley”. La ley del valor regula un sistema clasista y anárquico indicando las metas racionales que sólo pueden ser alcanzadas temporariamente bajo el capitalismo, y sólo por casualidad. Ella no elimina la anarquía del sistema en cambio sólo la explica.

El hecho que la economía capitalista inevitablemente diverge de sus pretensiones racionales refleja lo que Marx llamó las contradicciones de la forma del valor. Estas son tensiones entre dos aspectos inherentes del valor -- trabajo concreto y abstracto, por ejemplo, o valor de uso y valor de intercambio -- que propalen los cambios y desarrollos del capitalismo. Ellas también manejan el sistema hacia sus crisis periódicas así como hacia su decadencia las cuales han dado forma a la turbulenta historia del capitalismo.

La contradicción primordial de la sociedad capitalista es entre la producción social y la apropiación privada. Dado el intercambio universal de mercancías generadas por la producción basada en el valor, las relaciones económicas se socializan ampliamente. Ningún trabajador, ninguna comunidad, ningún país puede ser autosuficiente. Cada mercancía contiene trabajo contribuido a ella, directamente e indirectamente, por trabajadores alrededor del globo. Incluso frente a las etapas de mayor socialización bajo el capitalismo, la organización de la producción y la apropiación de los bienes de vida permanece privada, separada del control social.

Íntimamente relacionada está la contradicción entre valor de uso y valor de intercambio. Esto existe porque el valor y el valor de uso de una mercancía son ratificados por “el mercado” solamente después del acto de producción, como ya lo hemos visto en parte. La producción está en menos de capitalistas separados, pero los bienes producidos están destinados al uso social: consumo o etapas subsecuentes de la producción por parte de otros agentes. La producción individual de los capitalistas de valor y valor de uso no garantiza su aceptación por parte del capital como un todo. Una mercancía podría haber sido producida por medio del gasto de trabajo (y de esta forma podría parecer merecedora de un valor), aunque no tenga ningún uso, o haya sido producida en cantidades mayores de las que pueden ser usadas, por lo cual su valor se ha desperdiciado y es nulo. Alternativamente, una mercancía puede haber usado valor, pero si el valor y en consecuencia el beneficio que da es insuficiente, su producción cesará.

Estas contradicciones reflejan el hecho de que las dos clases fundamentales de la sociedad capitalista están enfrentadas en una lucha por la distribución del valor. Por un lado, la conducción del valor hace que la producción capitalista sea social y compele a las clases contendientes a volverse primero nacionales y luego internacionales. Por otro lado, las relaciones capitalistas no sólo separan a la sociedad en dos clases rivales; si no que también divide a cada clase entre competidores, individuales, locales y nacionales. Que la lucha de clases contra el capital la conduzca hacia la unidad indica que las leyes del sistema llevan al proletariado a superar las relaciones capitalistas.

Trabajo asalariado

Marx introdujo una distinción muy útil para evaluar el valor mas precisamente. El tiempo de trabajo incluido en una mercancía puede ser dividido en dos partes: el trabajo viviente utilizado por los trabajadores directamente para producirla, y el trabajo muerto previamente incluido en los medios de producción (materiales, herramientas, fabricas, etc.), usado por los productores inmediatos pero producido en el pasado. El valor contenido en tales medios de producción es transferido a las mercancías sin crear ningún valor adicional. El nuevo valor solo puede ser creado por el trabajo viviente del proletariado involucrado en la producción.

Para ilustrar esta distinción, podemos decir que introducir un progreso en la producción en general significa introducir una técnica que produce mercancías mas rápidamente, de tal forma que el trabajo viviente requerido por cada mercancía se reduce. Si el valor del trabajo viviente ahorrado es menor que el trabajo muerto adicional que la nueva técnica requiere, luego el valor total de la mercancía habrá disminuido.

Una mercancía esencial en el capitalismo no es producida de la forma usual. Dado que el capitalismo asigna un valor de intercambio a cada mercancía, también lo hace con el trabajo. El trabajo -- o más precisamente la fuerza de trabajo, la capacidad de los trabajadores para trabajar -- se vuelve una mercancía de propiedad de los obreros, la cual es vendida por ellos a los capitalistas en cambio de una paga: su salario. Encubierto en este salario, el cual es precisamente el valor de intercambio de la fuerza de trabajo, esta el valor de la fuerza de trabajo. Este esta basado en el valor de las mercancías (comida, ropas, vivienda, educación, etc.) necesitadas por los trabajadores y sus familias para reproducir a la clase obrera. El hecho de que los salarios sean normalmente pagados por hora o día -- esto es, de acuerdo a al duración del tiempo trabajado -- ilustra la realidad de la teoría del valor del trabajo: el valor de las mercancías producidas depende del tiempo de trabajo incluido en ellas.

Como con toda mercancía, el valor de la fuerza de trabajo cambia constantemente. Disminuye debido a los avances en las técnicas de producción de los bienes necesarios para los trabajadores. Pero también tiende a aumentar ya que contiene lo que Marx denomina el “elemento histórico y moral”, el nivel de entrenamiento, educación y civilización que la sociedad requiere de los trabajadores. Este elemento esta principalmente determinado por medio de la lucha de clases, incluso cuando la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores beneficia también a los capitalistas haciendo mayor la productividad posible.

La mercancía fuerza de trabajo tiene un solo valor de uso: la creación de un nuevo valor. Además, el valor que el trabajador crea debe ser mayor que el valor de su propia fuerza de trabajo. En el proceso de producción capitalista, de esta forma, el valor del trabajo vivo de los obreros se divide en dos categorías. Una porción, trabajo pago, corresponde al valor de la fuerza de trabajo y es recibido por los trabajadores en forma de salario. La parte restante, trabajo impago o plusvalía, es apropiada por los capitalistas; es la fuente de sus ganancias, intereses y rentas. La extracción de plusvalía es la única forma capitalista de explotación.

A diferencia de las sociedades precapitalistas, la plusvalía del capitalismo esta disfrazado por un intercambio de valores de intercambio iguales. La explotación de los esclavos por sus amos era completamente abierta: lo que los esclavos producían era propiedad de los amos quienes decidían que darles a cambio, normalmente lo suficiente como para que los esclavos subsistan. Bajo el feudalismo, los siervos tenían ciertos derechos frente al señor, pero las relaciones de clases eran tan opresivas que eran transparentes. Sin embargo, bajo el capitalismo las relaciones entre las personas están encubiertas detrás de las relaciones entre objetos y parecen ser relaciones entre cosas -- mercancías.

Marx escribió El Capital para revelar la esencia propia del sistema escondida detrás de su fachada exterior. La mercancía es la forma necesaria de apariencia de la explotación capitalista. A pesar de ello, ya hemos visto como los marxistas de clase media creen que la forma de las mercancías, en lugar de la lucha de clases, es la clave del sistema (y extraen como conclusión que las sociedades estalinistas, donde los mercados estaban suprimidos, no pueden ser capitalistas). Como Marx polemizo con sus antecesores:

Es definitivamente una relación social entre hombres que asume ante sus ojos la fantástica forma de relación entre cosas. Luego, con el objeto de encontrar una analogía, tenemos que recurrir a las regiones recubiertas de mística del mundo religioso. En ese mundo las creaciones del cerebro aparecen como seres independientes con vida propia, y entran en relación tanto unas con otras y con los seres humanos. De la misma forma ocurre en el mundo de las mercancías con los productos de las manos del hombre. Esto es llamado el fetichismo que se pega a los productos del trabajo, tan pronto como ellos son producidos como mercancías, y el cual es por lo tanto inseparable de la producción de mercancías.

La mercancía no es simplemente una cosa intercambiada entre propietarios independientes. Es el producto del trabajo asalariado, el resultado de una forma de particular de explotación. Esto es lo que define la naturaleza del capitalismo.

La ley de la desigualdad

Como el capitalismo se desarrollo a partir de la sociedad feudal, forzosamente separo a los productores directos de los medios de producción. Eventualmente la compra y venta de la fuerza de trabajo comenzó a gobernar el trabajo de la mayoría de los productores. Los capitalistas industriales dependen de la creación de la clase de los proletarios, quienes no poseen medios de producción; los materiales, maquinas y fabricas son propiedad de una clase separada, la burguesía.

Marx remarcaba irónicamente que el ideal burgués de libertad se aplica a los proletarios también. Los trabajadores son “libres” en un sentido dual. Por un lado, ellos no son mas parte de los medios de producción propiedad de sus señores; los capitalistas compran fuerza de trabajo, no trabajo. Por el otro, ellos están desposeídos de cualquier medio de producción y de esta forma son libres de vender su fuerza de trabajo a quien desee comprarla. Obviamente los obreros están obligados por la amenaza de la inanición a venderse ellos mismos a algún patrón en el mercado. El sueño pequeño-burgués de una sociedad capitalista de propietarios iguales, independientes y autosuficientes es una fantasía considerando la explotación y la frecuente miseria masiva de los trabajadores.

Ademas de esta desigualdad de clase inherente al capitalismo, el sistema ha desarrollado otras formas de opresión -- basadas en el sexo, la raza, la nacionalidad, etc.; algunas de ellas fueron heredadas de las sociedades clasistas previas y utilizadas en su propio beneficio. Ellas sirven no solo para preservar estructuras sociales útiles al capitalismo -- por ejemplo, la nación y la familia -- sino también para institucionalizar divisiones dentro de la clase obrera y de esta forma debilitar su resistencia a la explotación.

El carácter “libre” del trabajo asalariado vuelve a la explotación colectiva. Los creadores del producto excedente de la sociedad no están ahora ligados a dueños particulares, como los esclavos; ni a una propiedad especifica, como los siervos; ni a su propia propiedad o profesión, como la pequeño-burguesía descendiente de los oficiales y los artesanos. Los proletarios son explotados como clase, por sus explotadores como clase. A pesar de la evidente competencia entre capitalistas, el mercado del trabajo crea clases sociales las cuales representan como un todo los lados contrapuestos de una relación de explotación.

Con la creación del proletariado moderno por parte del capitalismo industrial, el trabajo asalariado sufrió una transformación. Los operarios individuales fueron reemplazados por trabajadores forzados a venderse al mejor postor en cualquier profesión. La fuerza de trabajo de los obreros se volvió intercambiable y uniforme. Además, los avances tecnológicos se apropiaron de las tradicionales habilidades de los trabajadores. Este proceso ayudo a crear la actual categoría de trabajo abstracto.

Así la ley del valor se concreto genuinamente bajo el capitalismo industrial; ella solo podría haber sido comprendida parcialmente bajo formas de producción anteriores. Como escribió Marx:

El secreto de la expresión valor, el cual consiste en que todos los tipos de trabajo son iguales y equivalentes, ya que en general ellos constituyen trabajo humano, no puede ser descifrado hasta que la noción de igualdad humana haya adquirido el carácter de un prejuicio popular. Esto, sin embargo, es sólo posible en una sociedad en la cual la gran masa del producto del trabajo toma la forma de mercancías, en la cual, consecuentemente, la relación dominante entre hombres es la de dueños de mercancías.

De este se desprende la conexión fundamental entre el trabajo asalariado y la ley del valor. Por un lado, la producción capitalista -- la operación de la ley del valor -- vuelve a la fuerza de trabajo una mercancía; el trabajo es necesariamente un trabajo asalariado. Por otro lado, bajo la producción de mercancías pre-capitalista, el valor de intercambio existió pero solo pudo estar basado en el trabajo concreto, no en el verdadero valor subyacente. Solo la producción capitalista, que emplea trabajo medido en base al tiempo, crea la categoría genuina del valor incluido en el trabajo abstracto. Así la existencia del proletariado y la validez de la ley del valor son condiciones equivalentes. Los marxistas que niegan que la ley del valor es aplicable al stalinismo pero que sin embargo reconocen la existencia de un proletariado soviético comenten un error fundamental. Negar lo uno implica también negar lo otro.

Marx transformó la teoría de valor de dos formas: el distinguió trabajo de la mercancía fuerza de trabajo; y el descubrió la extracción de la plusvalía por medio del trabajo asalariado. Su análisis puso en evidencia la naturaleza clasista de la ley. Dado que los dueños del capital dominan la posesión de la mera fuerza de trabajo, el trabajo muerto domina al trabajo viviente. Los capitalistas asumen el derecho a apropiarse del valor equivalente al salario de los trabajadores (y al trabajo muerto que ellos proveen) si no también del valor excedente producido. Estas son las leyes del capital

se convierte por su propia e inexorable dialéctica interna en su propio contrario. El intercambio de equivalentes, la operación original con la cual comenzamos, se ha modificado ahora de tal forma que es solo un intercambio aparente.

A medida que la relación entre burguesía y proletariado evolucionó y se expandió, la ley del valor fue transformada de un principio de igualdad a la cobertura de la desigualdad. Nosotros mostraremos en el capítulo 4 que un proceso similar de intensificación de la desigualdad ocurrió durante la contrarrevolución stalinista en la URSS. Lejos de de superar la ley del valor, el stalinismo la reforzó.

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