1. La época de decadencia capitalista

Cuando surge la producción capitalista por vez primera, sus contradicciones internas impulsaron hacia adelante al sistema hasta reemplazar los modos de producción previos. Al madurar, sus contradicciones se convirtieron menos tratables y produjeron las convulsiones e decadencia que plagan el mundo moderno. Estos cambios fundamentales han amenazado la existencia misma de capitalismo: han engendrado la época de su decadencia. En esta época, el proletariado emerge como alternativa real al capital, como heraldo e agente de la revolución socialista.

Para algunos teóricos izquierdistas, la nueva época significa que el marxismo clásico es obsoleto: que las leyes que Marx describió ya no aplican, y por lo tanto, se tienen que sustituir por nuevas leyes e relaciones. Inevitablemente esto significa que el proletariado es rechazado como agente revolucionario, para ser reemplazado por elementos nacionalistas tercermundistas o clase media. Otros ignoran la operación alterada de las leyes del capital durante esta época con el propósito apoyar el caso reformista que sostiene que el capitalismo no esta condenado a la decadencia sino puede continuar expandiendo sus fuerzas productivas, como lo hizo durante su época progresista. Estos también rechazan al proletariado como agente revolucionario del socialismo.

En este capitulo consideramos primero los fundamentos teóricos de la época de decadencia capitalista, y luego las teoriza e prácticas marxistas al tomar forma la nueva época alrededor del cambio de siglo. Este análisis es crucial para el entendimiento del stalinismo, una forma particular de capitalismo de esta época.

Un país, sin embargo, logró salir del atraso para convertirse en un superpoderio: la Rusia soviética. La clave para su transformación consiste en que se llevó acabo cuando la URSS era un estado obrero, producto de la revolución socialista producida la misma por las contradicciones del imperialismo.

La teoría de la decadencia

En el 1859 Marx comenzó el prologo de su Critica de la economía política con una breve autografía intelectual. Concluía con el pasaje que denomino “el hilo conductor de mis estudios” La primera e mejor conocida parte de este pasaje resume los principios del materialismo histórico; la segunda parte introduce el concepto de la época de decadencia de la sociedad.

En la producción social de sus vidas, el hombre entra en relaciones definidas que son indispensables y independiente de sus voluntades, relaciones de producción que corresponden a una etapa definida del desarrollo de sus fuerzas materiales y productivas. La resta totalizada de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, el cimiento real sobre el cual se levanta una superestructura legal y política, y a la cual corresponden formas definidas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona por lo general los procesos de vida sociales, políticos e intelectuales. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por lo contrario, su ser social el que determina su conciencia.

A cierta etapa de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en conflicto con las relaciones de producción existentes, o -- lo que es, no obstante, una expresión legal de la misma cosa -- con las relaciones de propiedad dentro de las cuales han estado operando hasta ese momento. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en sus grilletes. De esta manera comienza la epoca de revolucion social.

La discusión de Marx aquí es una general, que es pertinente a muchas formas de sociedad de clases y sus modos de producción. Declara que cualquier sociedad que sea progresista (capaz del “desarrollo de sus fuerzas materiales y productivas”) esta forzosamente obligado a desarrollarse a tal punto donde sus propias relaciones de producción pueden esencialmente estorbar y retardar las fuerzas productivas. Al alcanzar ese punto, las relaciones sociales se convierten reaccionarias, y surge una “época de revolución social”: la gente procura adoptar nuevas relaciones sociales compatible con el nivel de las fuerzas productivas.

Sin embargo, el caso del capitalismo es diferente a las sociedades de clases previas. En primer lugar, Marx podía lanzar un vistazo históricamente a la decadencia de sociedades pasadas, mientras que la decadencia del capitalismo todavía estaba por verse. Su entendimiento de la decadencia capitalista se basaba en su análisis de las recurrentes crisis económicas del sistema. Como vimos en el primer capitulo, una gran parte de la producción capitalista cesa: las fuerzas productivas son contenidas. Por lo tanto, las crisis prefiguran la crisis de época del sistema en su totalidad:

Estas contradicciones... conducen a explosiones, crisis en las cuales la suspensión momentánea de todo el trabajo y el aniquilamiento de gran parte del capital conduce violentamente otra vez al punto donde es capaz de emplear completamente sus poderes productivos sin cometer un suicidio. Sin embargo estas catástrofes regularmente recurrentes conducen a su repetición a escala mayor, y finalmente a su derrocamiento violento.

Las crisis a corto plazo y la decadencia de época están íntimamente entreligadas, pero es necesario distinguirlas claramente entre si para propósito de análisis. De tiempo en tiempo, Marx predecía que realmente se había alcanzado la época de decadencia, que las fuerzas productivas del capitalismo habían sido permanentemente trabadas mediante una de las crisis periódicas del sistema -- únicamente para ver sus expectativas falsificadas por un nuevo estallido de actividad productiva. De hecho, Marx ya habia explicado estos juicios equivocados:

Ningún orden social desaparece antes de que todas las fuerzas productivas para las cuales existe cabida se hayan desarrollado; y nunca aparecen nuevas e mas altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales de su existencia hayan madurado en la matriz de la vieja sociedad.

Los resurgimientos recurrentes del capitalismo posterior a sus crisis, el hecho de que no es lisiado por los vínculos que regularmente contienen las fuerzas productivas, prueban que este viejo orden social no se ha consumido totalmente: las crisis económicas no son lo mismo que la época de revolución social. Marx no vivió para ver la realización de la época revolucionaria que predijo.

Ahora el segundo aspecto distintivo del capitalismo. La sociedad de clases existe debido al predominio de la escasez económica; esa es su justificación histórica. La conducción productiva del capitalismo tiene el potencial de deshacerse de esta justificación: señala hacia el reino de la abundancia, la abolición de la escasez. Cuando la expansión económica alcanza el punto que ya no existe necesidad para la división de clases, donde la expansión es capaz de continuar sin la explotación departe de una clase dominante, entonces la sociedad de clases (y, por supuesto, el capitalismo en particular) se convierte superfluo -- y reaccionario. El capitalismo es, por lo tanto, la última sociedad de clases necesaria en la historia humana.

Además de los bien conocidos pasajes donde Marx bosqueja su visión de las diferentes épocas de los sistemas sociales en general, en otros lugares el describe los puntos de viraje de capitalismo en particular. Describe la época de decadencia mediante el desarrollo histórico del capitalismo en tres etapas:

Mientras el capital sea débil, el mismo depende en las muletas de pasados modos de producción, o de los que se darán con su surgimiento. Tan pronto se sienta fuerte, se deshace de las muletas, y se mueve de acuerdo a sus propias leyes. Tan pronto comienza a sentirse así mismo y a tomar conciencia de si mismo como un obstáculo al desarrollo, busca refugio en formas que, al restringir la libre competencia, tienden a hacer al dominio del capital mas perfecto, pero a la misma vez son los heraldos de su propia disolución y de la disolución del modo de producción que descansa sobre el mismo.

Es decir, cuando la producción capitalista surgió por vez primera del feudalismo, fue estorbado por las barreras del sistema de gremios artesanales, pero también dependía de estas estructuras para despegar. Al alcanzar la madurez el capitalismo y domino la producción, la competencia floreció y ejecutó mas completamente las leyes del capital. Finalmente, en su época de decadencia, el capitalismo ha contado con formas más allá de la libre competencia -- principalmente los monopolios y el estado -- que parecen robustecerlo. Pero estas formas también distorsionan sus leyes y erigen barreras a la expansión de las fuerzas productivas.

Muchos marxistas toman la época madura progresista del capitalismo (la segunda de las tres etapas que describiese Marx) como una condición normal permanente, mientras que Marx sabia que los rasgos clásicos de la libre competencia y mercados libres no eran permanentes. Como mostraremos, la sociedad stalinista es un caso extremo de las restricciones de la competencia y otras leyes que convierten al capital en una barrera para su propio desarrollo. Obviamente Marx no era capaz de preveer la historia única de revolución y contrarrevolución que creo el capitalismo estatificado del presente, de igual manera que no era capaz de predecir el bosquejo preciso de la época imperialista que se esclareció a Lenin y a otros a cambio de siglo [veinte]. Pero lo que si fue capaz de ver da más que suficiente testimonio de la claridad de su teoría, en clara contraposición a las racionalizaciones que se hacen pasar hoy día por marxismo. Ahora miraremos más de cerca a estos “heraldos” de la disolución del capital.

La socializacion del capital

En los 1870s, Marx y Engels le añadieron un elemento adicional a su análisis del capitalismo. Observaron que la tendencia del capital para centralizarse, presente a través de la historia del capitalismo, estaba llevando acabo un cambio cualitativo con el desarrollo de compañías de acciones conjuntas y un creciente rol del estado burgués. Durante los 1890’s Engels añadió el elemento de la formación de trusts y monopolización. Aqui sintetiza el asunto con detalles:

Por un lado, por lo tanto, el modo de producción capitalista se encuentra convicto por su incapacidad de seguir dirigiendo estas fuerzas productivas. Por otro lado, estas fuerzas productivas mismas con creciente energía presionan hacia adelante hasta la remoción de la existente contradicción, hasta la abolición de su calidad como capital, hacia el reconocimiento práctico de su carácter como fuerzas productivas sociales.

Esta rebelión de las fuerzas productivas, al crecer mas y mas poderosas, contra su calidad de capital, este mandato crecientemente fuerte que su carácter social sea reconocido, obligue a la misma clase capitalista a tratarlos mas y mas como fuerzas productivas sociales, hasta donde eso sea posible bajo condiciones capitalistas. El periodo de alta presion industrial, con su inflación sin límites de crédito, sin ser menor al mismo crash, por el colapso de grandes establecimientos capitalistas, tiende a llevar acabo esas formas de socialización de grandes masas de medios de producción que encontramos en los diferentes tipos compañías de acciones conjuntas. ...En un punto ulterior de evolución estas formas también se hacen insuficientes. Los productores a gran escala en una rama particular de la industria en un país en particular se unen para formar un trust, una unión con el propósito de regular la producción. ...

En los trusts, la libertad de competencia se torna precisamente en su opuesto -- en el monopolio; y la producción sin plan definido de la sociedad capitalista capitula ante la producción con plan definido de la sociedad socialista invasora. Ciertamente esto todavía en función de beneficio para los capitalistas. Pero en este caso la explotación es tan palpable que deberá demolerse. Ninguna nación tolera una producción orquestada por trusts con una explotación tan descarada de la comunidad por una pequeña cuadrilla de chupa dividendos.

En cualquier caso, con o sin trusts, el representante oficial de la sociedad capitalista -- el estado -- tendrá que en ultima instancia tomar la dirección de la producción.

Notamos aquí únicamente un poco de la riqueza de ideas: la socialización de las fuerzas productivas, la organización y planificación de la producción y el creciente rol del estado -- todos señalando hacia el peligro de la continuada existencia del capitalismo, al desnudarse crecientemente el dominio de clases. Mas sin embargo, el pasaje constituye un retrato exquisito de la conexión contradictoria que es posible entre la forma y el contenido. La forma socialista invasora presenta una amenaza letal al capitalismo, pero sin embargo es inicialmente utilizado por el capitalismo para su auto preservación.

El análisis entero es un reto frontal a la noción de que el capitalismo es capaz de existir únicamente como un régimen de libre competencia y que la planificación estatal es una característica definitoria de alguna nueva sociedad no-capitalista. La vida fuese mas simple si los marxistas de hoy día entendiesen tanto sobre su propia época como lo hicieran Marx y Engels antes de que ocurriese.

Debido a que se ha hecho practica común en la izquierda desde los días de Stalin contraponer la planificación económica a las leyes del capitalismo como si no fuesen compatibles, vale la pena notar que Engels, en su Critica del programa Erfurt de la socialdemocracia alemana (1891) especificaba que “cuando pasamos desde las compañías de acciones conjuntas a los trusts que controlan y monopolizan ramas enteras de la industria, no es únicamente la producción privada la que se detiene, sino también su falta de planificación”. En vez de “trusts” hoy día podemos decir corporaciones multinacionales -- o, por igual, el estado imperialista.

Los comentarios de Lenin sobre el mismo punto son también relevantes a las discusiones sobre la “cuestión rusa” hoy día:

Los trusts, obviamente, no han creado, no crean ahora, y no son capaces de crear una planificación plena y completa. Pero hasta donde sean capaces de planificar, hasta donde los magnates capitalistas calculen de ante mano el volumen de producción a escala nacional, o aun a escala internacional, o hasta que nivel lo regulan sistemáticamente, todavía permanecemos bajo el capitalismo -- un capitalismo en una nueva etapa, es verdad, pero todavía indudablemente capitalismo. La “proximidad” de tal capitalismo al socialismo debe servir a los genuinos representantes del proletariado como prueba suficiente de la proximidad, facilidad, viabilidad, y urgencia de la revolución socialista, y no como un argumento a favor de la tolerancia al repudio de tal revolución o a favor de convertir al capitalismo mas atractivo, una ocupación en la cual todos los reformistas se encuentran comprometidos.

Aunque el capitalismo existe bajo condiciones de “socialismo que avanza con cautela”, las circunstancias de la nueva época lo convierten en un sistema social reaccionario. El factor central que lleva acabo los cambios en las épocas son el crecimiento y desarrollo del proletariado. Se puede decir que la nueva época fue inaugurada cuando la clase obrera industrial se acercó a su crecimiento máxima en la sociedad, cuando se organiza y disciplina tanto mediante su rol forzado en la industria y mediante sus propios partidos y uniones e sindicatos -- cuando, en resumidas cuentas, se convierte en una amenaza a la propiedad de la burguesía. El desarrollo del proletariado es el factor mayor que impulsa al capitalismo a convertirse en un obstáculo a sus propias fuerzas productivas -- pero también posibilita un avance cualitativo más allá del capitalismo.

Una vez que aparece en el escenario el proletariado desarrollado como una posibilidad alterna, la burguesía gira hacia la centralización en la esfera política tanto como en la económica. La plusvalía tiene que desviarse de la acumulación productiva y gastarse crecientemente en medios de represión. Se tienen que tomar medidas para prevenir nuevas crisis, por temor a que turbulencias y nuevas miserias inducen a las masas a la revolución; estas medidas inevitablemente debilitan el crecimiento del sistema. El aparato estatal se expande a controlar y (en parte) comprar las masas; la militarización y el nacionalismo son exasperados para distraer la lucha de clases; las ideologías como el racismo y la santidad de la familia son difundidas con el propósito de mantener al proletariado dividido; en última instancias la burguesía gira hacia la Guerra mundial y el fascismo. Todo esto no compone un complot burgués aunque los capitalistas si conspiran. Se deriva de las leyes de movimiento del capitalismo.

La profundización del rol del estado en la época de la decadencia del capitalismo no es únicamente la consecuencia de las leyes económicas del sistema: también afecta a las operaciones de estas leyes. Por ejemplo, el estado interviene en la economía con el propósito de asegurar la producción de valores de uso específicos para sus propios propósito, sobretodo para las armas de represión y conquista. Esto no significa, como afirma Cliff, que los valores de uso han remplazado el valor en general como la meta de la producción capitalista. Por el contrario, el estado utiliza una variedad de palancas económicas (contratos, contribuciones, etc.) para motivar a los capitalistas a producir lo que necesita. La producción de valores no esta por ningunos medios abolida, aunque sectores completos ahora producen exclusivamente para el estado.

Más aun, cualquiera que sean las motivaciones de valor de uso de los ingenieros sociales, el valor opera inevitablemente detrás de sus espaldas y frustra sus intenciones. Los EE.UU., por ejemplo, le gustaría ser el único poderío occidental que produzca armamentos -- realizaría fortunas vendiéndolas y tendría que temer amenazar militares de sus presentes aliados -- pero cuatro décadas pos Segunda Guerra Mundial de producción armamentista sin rivales ha socavado su fuerza económica comparado con el Japón y Alemania Occidental. (Diremos mas acerca de este tema en el sexto capitulo) Como observaran Engels y Lenin, la burguesía puede planificar, pero su planificación estaría sujeta a las leyes incontrolables del valor.

Otro efecto significativo de la expansión de los trusts y la estatificación sobre el capitales el desarrollo de la burocracia industrial y estatal. Este estamento de la sociedad es parte de la creciente “clase media” de empleados asalariados que se encuentran entre el proletariado y la burguesía. Al reducirse gradualmente el peso proporcional de la pequeña burguesía debido a la centralización del capital, crecientemente los capitalistas se han visto obligados a depender de subordinados contratados para administrar sus negocios y disciplinar a los trabajadores/as. Lo mismo ocurre al expandir el estado sus poderes económicos y desarrollar un vasto aparato de funcionarios. Estas burocracias se estructuran como jerarquías rígidas con el propósito de mantener su subordinación a autoridades mayores. No es el avance de la tecnología que las torna indispensables sino la lucha de clases: la necesidad de mantener la explotación al disminuir la misma clase dominante. Las burocracias estatales e industriales son igualadas por una creciente burocracia laboral, sobre la cual discutiremos mas adelante.

La ascendencia de la burocracia no es un fenómeno trans-histórico como lo perciben los sociólogos burgueses, dándose ahora bajo el capitalismo como se dio bajo los imperios romanos y chinos. La burocracia capitalista representa el intento de la burguesía para organizar la sociedad y la producción de manera planificada; constituye una relación histórico-especifica dentro del capitalismo moderno adelantado, floreciendo justo cuando el sistema gira de sus mejores tiempos empresariales hacia su época de decadencia socializante pero anti-socialista. Sustituye la jerarquía organizativa y la disciplina de clase dominante por la conciencia humana voluntaria que será el determinante central de la planificación bajo el socialismo. (La nomenclatura stalinista es un ejemplo extremo de tal jerarquía burocrática.) Pero la burocracia no puede evitar ser la reflexión de la anarquía social subyacente al capitalismo. Es objeto de odio y ridiculización debido, a que a pesar de su estructura rígida e régimen, con relación al trabajo productivo es inevitablemente desperdiciadora, ineficiente y parasitaria.

La decadencia y las leyes del capital

En un pasaje que ilustra más allá las crisis cíclicas del capitalismo prefigurando su época de decadencia, Engels escribió:

Su bancarrota política y intelectual no es ni apenas un secreto para los mismos burgueses. Su bancarrota económica recurre regularmente cada diez años. En cada crisis, la sociedad se sofoca bajo el peso de sus propias fuerzas productivas y productos, que no puede utilizar, y se para impotente, cara a cara ante la absurda contradicción que deja a los productores sin nada para consumir debido a que los consumidores están necesitados. La fuerza expansiva de los medios de producción hace estallar las ataduras impuestas sobre los mismos por el modo de producción capitalista.

... La apropiación socialista de los medios de producción deshace, no solamente las presentes restricciones artificiales sobre la producción, sino también el desperdicio positivo y la devastación de las fuerzas productivas y productos que en el presente son los inevitables concomitantes de la producción, y logran su máximo expresión durante las crisis.

El hecho que la socialización de los medios de producción es el método para deshacerse de las crisis periódicas de la sobreproducción confirma que para los fundadores del marxismo la causa de tales crisis es la independencia de los capitales, la naturaleza incoordinada de la producción -- es decir, la “anarquía” del capitalismo, su naturaleza privada y parroquial.

Marx vinculó el cambio de época directamente con la tendencia de la tasa decreciente de ganancias (TDG). Luego de presentar la TDG como “la más importante ley desde el punto de vista histórico” (primer capitulo), elaboró:

El desarrollo de las fuerzas productivas ocasionado por el desarrollo histórico del mismo capital, al alcanzar cierto punto, suspende la autorrealización del capital en vez de proponerlo. Mas allá de cierto punto, el desarrollo de los poderes de producción se convierte en un obstáculo al capital; de ahí la relación del capital es un obstáculo para el desarrollo de los poderes productivos del trabajo. Cuando ha alcanzado tal punto, el capital, i.e. el trabajo asalariado, entra a la misma relación hacia el desarrollo de las riquezas sociales y las fuerzas de producción que el sistema de gremios artesanales, el feudalismo [y] la esclavitud, y es necesariamente deshecho como un grillete. La ultima forma de servidumbre asumida por la actividad humana, la del trabajo asalariado por un lado, y el capital por el otro, se descarta como una piel....

La creciente incompatibilidad entre el desarrollo productivo de la sociedad y sus relaciones de producción existentes hasta ese momento se expresan así mismas con agrias contradicciones, crisis y espasmos. La destrucción violenta del capital no por relaciones externas al mismo, sino por el contrario, como condición para su auto preservación, constituye la forma mas notable en el cual se le aconseja a que desaparezca y ceda su lugar a un estado superior de producción social.

Marx no proveyó la conexión entre la tasa decreciente de ganancias y la época de decadencia, aparte de observar que las decrecientes ganancias capitalistas conducían obviamente a crisis violentas. Nuestra interpretación de la TDG provee un vínculo teórico.

Vimos que la TDG domina sus contra tendencias durante los periodos de expansión del ciclo comercial, mientras que durante las crisis la principal contra tendencia (el abaratamiento del capital constante) se apodera, y la caída de la tasa de ganancia se compensa. Para resumir: las empresas calculan el valor de su capital de acuerdo a lo que pagaron originalmente por el mismo, menos la depreciación ocasionada por su uso. Pero también existe el elemento “moral” de la depreciación -- el capital que ha sido desvalorizado debido a un nuevo capital rival que sirve el mismo uso desde ese momento ha sido producido con menos trabajo, y por lo tanto, la reproducción del mismo capital requiere de menos. Como resultado, el viejo capital se encuentra sobre valorizado.

De esta manera, el viejo e obsoleto capital contiene un componente ficticio: su valor no se basa únicamente en el trabajo socialmente necesario para su reproducción. Sin embargo, los capitalistas que lo poseen compraron su capital a su viejo e alto valor y se ven obligados a sufrir las consecuencias, una tasa inferior de ganancias. Marx estudio este fenómeno de capital ficticio en su tercer volumen del Capital relacionado al crecimiento del crédito, pero no lo relaciono a la tasa decreciente de ganancias. Para Marx, la tendencia de la TDG dependía únicamente en su real valor material y no ameritaba tomar en cuenta la valuación ficticia.

Bajo el capitalismo clásico competitivo, una empresa cuyo capital contiene un gran componente ficticio obtendría una tasa de ganancias inferior y perdería la lucha competitiva para sobrevivir. Pero en esta nueva época son los grandes monopolios los que crean el capital ficticio, y estos no son tan fáciles de eliminar. Por un lado, son capaces de utilizar su gran tamaño, arreglos de cartel e influencia gubernamental para mantener sus posiciones en los mercados aun a expensas de la supresión del progreso técnico en algunos sectores. Su incentivo para llevarlo acabo es el temor de la auto competencia: si permitiesen nuevas inversiones en una esfera de la industria donde ya están activos, la competencia con sus propias unidades podría ocurrir. Obviamente, las presiones de competencia entre empresas monopolistas compele la modernización. Pero su poder sobre los mercados le prolonga la vida a equipo que de otra manera seria destruido por anticuado.

En el caso extremo, si una empresa monopolista en su totalidad enfrentara el colapso, amenazaría a otras con lo mismo, hasta a las más eficientes ---debido a que tal empresa emplea a miles de trabajadores/as y se encuentra atada financiera e comercialmente con todos los sectores importantes de la clase capitalista. El permitirle que colapse abonaría a la inestabilidad social y amenazaría la economía nacional. De ahí que el estado se vea obligado a revivir grandes empresas que se acercan peligrosamente al colapso; “la sobre vivencia de las empresas económicamente mas eficientes” se reemplaza con la sobre vivencia de las políticamente mas fuertes. La época monopolística destruye la última auto justificación del capitalismo: que a pesar de sus inequidades rampantes es la única manera de producir bienes eficientemente. Así que la época es verdaderamente una de decadencia. Como notase Marx:

...tan pronto la formación de capitales cae en las manos de pocos e grandes capitales establecidos, para quienes la masa de ganancias compensa la tasa decreciente de ganancias, la llama vital de la producción se extingue del todo.

Análogamente, bajo el stalinismo las empresas no rentables se les permiten seguir operando. Allí también los impulsos fraticidas del capital conflijen con la necesidad desesperada del sistema de estabilidad frente al combativo e organizado proletariado. Es debido a esa razón que el stalinismo que ahora se ve obligado a declarar en bancarrota a empresas que hace tiempo no son rentables, encara un verdadero riesgo.

En consecuencia, en la moderna época del capitalismo, las crisis tradicionales del capitalismo no pueden ser utilizadas para reestructurar el capital y contrarrestar la tendencia de la tasa decreciente de ganancias. Pero las crisis cuyas resoluciones son suprimidas a nivel nacional o pospuestas por acción estatal reaparecen de forma más espantosa internacionalmente. El resultado ha sido que el Siglo XX ha sido testigo de una nueva forma de crisis cíclica: la acumulación de contradicciones que se expresa así misma con las explosiones de guerras mundiales y grandes depresiones económicas.

Las leyes del capital durante la época de los monopolios interfieren en particular con la tendencia de nivelizacion de las tasas de ganancias. La plusvalía ya no se comparte proporcionadamente al valor de cada inversión de capital; los monopolios obtienen una porción desproporcionada, de acuerdo a su composición orgánica relativa. (La monopolización en esta era moderna es común en las industrias mas capital intensivas, donde el asombroso costo del capital fijo es una barrera poderosa a la entrada de competidores.) Los monopolios que no se actualizan con el progreso técnico son de todas maneras capaces de reclamar una porción de la plusvalía total reflejando el precio original de sus capitales -- y no únicamente un precio proporcionado a su presente valor, su costo de reproducción.

Sin embargo, esto no quiere decir que la tasa de ganancias de los monopolios vaya necesariamente a aparecer en los estados financieros más altos que el promedio. Algunos marxistas han retado la idea de las “ganancias de los monopolios” citando estadísticas que muestran que las ganancias de las empresas monopolísticas ya no son tan altas como el resto de las empresas. Sus números pueden ser precisos pero son irrelevantes. Los mercados de capitales evalúan un capital dado principalmente de acuerdo a las ganancias esperadas. De tal manera de que cuando un monopolio se apropia de una porción desproporcionada de la plusvalía, el precio de sus acciones se eleva, fuera de proporción al valor material del capital. De esta manera, la tasa de ganancias aparente no ser más alta que el promedio, debido a que la plusvalía mas elevada es balanceada por una capitalización más alta (el valor ficticio dado al capital por el mercado). Como consecuencia, la tasa de ganancias total se inclina hacia un promedio aparente, y no hacia el promedio genuino que caracteriza la época del “comunismo capitalista”. Obviamente, los principales dueños de tales empresas monopolistas no pagaron precios inflados por sus acciones, y su tasa de ganancias, por consiguiente, son mas altas.

Otro argumento contra la inequidad de las tasas de ganancias es el siguiente: los verdaderos monopolios obtienen unas tasas de ganancias más altas qué el promedio y consecuentemente obligan a bajar las tasas de ganancias de los capitales no monopólicos. Pero con el desarrollo ulterior del capitalismo, el grado de control monopólico del mercado aumenta; al crecer el sector monopólico y acercarse al 100% de producción, su tasa de ganancias promedio domina la tasas de ganancias total y eventualmente las dos tasas coinciden -- rebajando la tasa de ganancias monopólica hasta alcanzar el promedio. Este argumento presupone una tendencia al tamaño y fortaleza de las empresas capitalistas a nivelarse, una imposibilidad en la época de decadencia. Mientras que la monopolización afecta más y más esferas del capital, las empresas mas fuertes continúan expandiendo, ramificándose de un sector y un país a otro. A la misma vez, los pequeños capitales continúan surgiendo, mientras que algunos monopolios y carteles colapsan bajo la presión de la competencia que nunca se elimina totalmente. La tendencia hacia una creciente inequidad del poder (y de las tasas de ganancias) bajo ningún concepto se ha finalizado.

En resumen, durante la época moderna la tendencia de la tasa de ganancias no es regularmente balanceada por el abaratamiento de los capitales constantes, mejor dicho esta contra tendencia conflije con otra, con la valorización ficticia del capital fijo. De ahí, que la TCG domina a su principal contra tendencia. Un importante resultado consiste en que la tasa de crecimiento económico (la acumulación) disminuye: en los sectores no monopólicos debido a que poseen menos plusvalía para la inversión, y en los sectores monopólicos debido a que mas inversiones significan la amenaza de auto competencia que hemos mencionado mas arriba.

La ley de la tasa decreciente de ganancias refleja las contradicciones entre el uso y el valor, como también entre la expansión y la preservación del valor. No es la causa de la época de decadencia; más bien, en esta época la resistencia del mismo capitalismo a las contradicciones del capitalismo obliga a florecer totalmente a la TDG. La TDG por lo tanto simboliza la barrera a la expansión de las fuerzas productivas que ha erigido el capitalismo en esta época. Las consecuencias violentas que Marx anticipo (y la realidad confirma) descansan sobre un fundamento teórico sólido.

El capitalismo de estado

El análisis de la centralización y el estado nos lleva al fenómeno del capitalismo de estado. Aquí demostramos que el capitalismo de estado es inherente a la época de decadencia del sistema y tiene un amplio patrimonio en la teoría marxista. Primero una observación de Marx:

En cualquier rama dada de la industria, la centralización alcanza su limite extreme si todos los capitales individuales invertidos se fusionan en un solo capital. En una sociedad dada se alcanza el limite únicamente cuando la totalidad del capital social se une a manos de un capitalista o de una empresa capitalista individual.

En otros lugares Marx caracterizo a las empresas de acciones conjuntas como “la abolición del modo de producción capitalista dentro del mismo modo de producción capitalista”. El lenguaje paradójico de Marx hizo claro que consideraba tal socialización de la propiedad como la abolición del capitalismo. Es únicamente el modo de producción en su sentido mas estrecho lo que se supera, la época cuando el propietario individual era el patrono. La paradoja era la inestable e contradictoria relación que madura dentro del mismo capitalismo.

Marx también observo que la función capitalista combinada capitalista de propiedad y administración se había separado en diferentes tareas para ser ejecutadas por diferentes individuos, y que las ganancias se convirtieron en “mera compensación por la posesión de capitales que ahora se encuentra completamente divorciado de su función en el actual proceso de reproducción, tal y como esta función en la persona del administrador se divorcia de la posesión de los capitales”. El rol dividido del capitalista surge de nuevo cuando estudiemos la economía de la moderna URSS.

Engels adelantó aun más el análisis al incluir al estado:

La transformación o a empresas de acciones conjuntas y trusts o a la propiedad estatal no elimina la naturaleza capitalista de las fuerzas productivas. Esto es obvio en las empresas de acciones conjuntas y los trusts. Y de nuevo, el estado moderno es la organización que la sociedad burguesa asume con el propósito de apoyar las condiciones externas del modo capitalista de producción contra las intromisiones de los capitalistas individuales al igual que de los trabajadores/as.

El estado moderno, no importa cual sea su forma, es esencialmente una maquina capitalista, la personificación ideal de la totalidad del capital nacional. Mientras más procede a acaparar las fuerzas productivas, mas se convierte realmente en el capitalista nacional, y más ciudadanos explotan. Los trabajadores/as se mantienen como asalariados/as -- proletarios/as. La relación capitalista no se elimina; se lleva a su punto óptimo. Pero al realizar el punto óptimo se derriba. La propiedad estatal de las fuerzas productivas no es la solución del conflicto, pero oculto dentro de la misma existen las condiciones técnicas que conforman los elementos de esa solución.

La explicación de Engels sobre el crecimiento del “estado moderno” omite una causa. Un poderoso estado es necesario no solamente para llevar acabo una lucha de clases contra los trabajadores/as y para disciplinar a miembros individuales de la burguesía; es también necesario para proteger a los capitalistas nacionales de los extranjeros. Obviamente, el estado moderno tiene a su disposición un poder mayor al que tenia durante el Siglo XIX cuando Engels escribió sus observaciones. Esto es así tanto por la época de decadencia y por ser un determinante de ciertas se sus características.

La tendencia del capitalismo hacia la centralización y por ende hacia la estatificación saca al relieve el carácter social de la producción moderna -- pero en su forma burguesa, debido a que los medios de producción permacen el manos privadas, en las de la burguesía dominante o en las de su estado. La “solución” al conflicto al cual se refiere Engels es la revolución socialista que pone en las manos del estado obrero la industria que ha sido en gran parte socializada.

La observación de Engels sobre el capitalismo cuando “alcanza su punto máximo” mediante la estatificación se “derrumba” (o en otra traducción, “se convierte en su opuesto”) ha sido interpretada como que una estatificación completa automáticamente significa el final del capitalismo y por lo tanto la existencia del estado obrero -- aun donde los trabajadores/as han tenido poco o nada que ver con la transformación (como Europa Oriental posterior a la Segunda Guerra Mundial). Efectivamente Engels niega esta definición en la próxima oración, pero entonces ¿que quiso decir con la frase enigmática “se derrumba”? Para decidir, primero tenemos que notar que llegar al punto máximo nunca se ha logrado: ninguna burguesía ha ido tan lejos como para lograr abolir la propiedad privada al confiar su función de posesión al estado. Trotsky nos explica la razón:

Podemos estar seguros, teóricamente, que es posible imaginarnos una situación en la cual la burguesía en su totalidad se constituye así misma en una empresa de acciones que, por medio de su estado, administrar a toda la economía nacional. Las leyes económicas de tal régimen no presentarían un misterio. ... Sin embargo, tal régimen nunca ha existido y debido a las profundas contradicciones entre los mismos propietarios, nunca existirá -- mas por su calidad de deposito universal de propiedad capitalista, el estado seria un objeto de tanta tentación para la revolución socialista.

Es decir, llevar la tendencia capitalista hacia la centralización e estatificación hasta sus límites seria concebible teóricamente pero no prácticamente -- no debido a alguna barrera estructural inherente a la organización de los capitales, sino debido a las relaciones antagónicas de clases opuestas y a la naturaleza fraticida de la burguesía. Indudablemente los comentarios de Engels significan lo mismo: si la clase capitalista tomase la vía de la completa estatificación, eso conduciría rápidamente a la “solución” proletaria de abolir, y no extender, el poder capitalista. Lo ha dicho en la discusión sobre los trusts que ya hemos citado: “la explotación es tan evidente que debe desplomarse. Ninguna nación va a tolerar... una explotación tan descarada de la comunidad por una pequeña banda de chupa dividendos”.

La expropiación de los expropiadores capitalistas es tanto una consecuencia objetivamente requerida del desarrollo histórico como es también una tarea proletaria que requiere de una conciencia revolucionaria subjetiva. Sin esta ultima, la tendencia objetiva seria inevitablemente entorpecida y la humanidad caería en las garras de la barbaridad.

Hemos visto como Marx consideraba necesaria una multiplicidad de capitales; como dijera, “un capital universal, sin capitales ajenos que los confronten, con los cuales intercambiar... es por lo tanto una entidad inexistente”. La posibilidad de un “solo capital” perdurable existe únicamente bajo un estado obrero en su transición hacia el socialismo -- es decir, en vías a abolir finalmente el capital mediante su auto abolición (ver el tercer capitulo). Únicamente en este sentido una sociedad con un capital singular estaría en vías de abolir el capitalismo.

Obviamente, los estados capitalistas han sido capaces de avanzar bastante por la vía hacia al capitalismo de estado cuando así lo veían necesario, especialmente durante tiempos de guerra. Aun ese bastión de la propiedad privada, los EE.UU., impuso la planificación nacional durante la Segunda Guerra Mundial: se le decía a las empresas que y cuanto producir, algunas fueron obligadas a cerrar y los suministros eran regulados centralmente. Cuando la emergencia de la guerra finalizó, los poderes de planificación del estado disminuyeron, aunque obviamente el estado retuvo su gran rol económico.

A pesar de la clara anticipación por Marx y Engels del capitalismo de estado, muchos marxistas han argumentado que tal sistema es imposible -- no únicamente como un análisis de la economía soviética sino por igual en la teoría. Pasan por alto que las leyes del capital aun bajo el capitalismo de estado, son perfectamente compatibles con la posesión estatal de las empresas”. Requieren únicamente una medida de independencia práctica, como veremos en el quinto capitulo.

La base para el razonamiento “imposibilista” lo proveyó el economista bolchevique Eugenio Preobrazhenski en la década del veinte, en una discusión sobre capitalismo monopolista del estado alemán durante la Primera Guerra Mundial:

La reglamentación de la totalidad de la producción capitalista por el estado burgués alcanzo un grado inaudito en la historia del capitalismo. La producción que formalmente queda como producción de bienes se transformó de facto en producción planificada en las ramas más importantes. La libre competencia fue abolida, y en muchos aspectos el funcionamiento de la ley del valor fue casi totalmente reemplazada por el principio del capitalismo de estado.

Preobrazhenski se aguantó de concluir que el reemplazo casi total de la ley del valor en Alemania había abolido al capitalismo, por lo menos, casi lo logra. Pero su reclamo de que la planificación del capitalismo de estado cancela la ley del valor depende del concepto erróneo con el cual tropezamos anteriormente: que la ley del valor se define por la competencia en vez de llevarse acabo sencillamente por si misma.

El malentendido de Preobrazhenski sobre el valor con relación al capitalismo de estado sentó el tono para otros. Un co-pensador de Mandel escribe que “Cuando esta competencia [entre capitales privados] disminuyó como resultado de la concentración de capitales o la protección estatal, la ley del valor pierde parte de su fuerza”. Y Cliff dice que “El capitalismo monopolista significa una negación parcial de la ley marxista del valor pero basándose en la misma ley del valor. ... La negación parcial de la ley del valor colinda en su total negación”. La teoría de Cliff de los valores de uso como la meta de la producción capitalista (primer capitulo) muestra que el quiere decir la total negación de la ley del valor.

Pero la ley del valor no es negada durante la época de decadencia, ni siquiera parcialmente -- no, es decir, en el sentido de Preobrazhenski y Cliff de que es casi totalmente borrada o reemplazada. Igual que bajo el comunismo capitalista (un fenómeno que ocurre antes de esta época), es aparentemente violada, pero eso es algo diferente. Como reconoce Cliff, el cambio de apariencias de la ley ocurre sobre las bases de la misma ley -- que debería significar (pero que no lo es para Cliff) que el valor es todavía el principio dominante de la producción capitalista. La producción de bienes es todavía decisiva, y el valor de los bienes es todavía determinado por el tiempo socialmente necesario que encarna, a pesar de la creciente variedad de factores distorcionantes.

De hecho, si entendemos que la ley del valor es la base de la inequidad, las violentas contradicciones y crisis del capitalismo -- y que en esta época el sistema capitalista de explotación se extiende a través del globo mediante la destrucción de los modos de producción competentes -- entonces esta claro que la ley del valor todavía funciona, y hasta mas intensamente. La abolición de la ley del valor o hasta su debilitamiento significaría una tremenda victoria para los oprimidos y explotados del mundo. Pero eso no fue lo que ocurrió en la Alemania de guerra del Káiser o en la Rusia de Stalin.

En síntesis, la posibilidad del capitalismo de estado fluye del funcionamiento del capitalismo en esta época de decadencia. Aunque ninguno de los grandes marxistas pudo prever la combinación específica de revolución y contrarrevolución que condujo al capitalismo stalinista, su análisis teórico sobre la naturaleza del capitalismo nos permite verlo por lo que verdaderamente es. Trotsky, en su discusión del capitalismo de estado, negó la posibilidad de que la burguesía nacionalizará la totalidad de la propiedad capitalista por si misma. Pero la moderna URSS surgió mediante un proceso histórico diferente. La paradoja increíble consiste en que únicamente el proletariado victorioso fue capaz de conducir el impulso centralizador del capital hasta su conclusión unificada. Mediante la contrarrevolución stalinista esa victoria se transformó en un capitalismo estatificado que ninguna burguesía hubiese podido lograr por si misma.

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